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Literatura para hacer justicia

Literatura para hacer justicia

El invencible verano de Liliana (Random House) es sin duda la obra más personal de Cristina Rivera Garza (Matamoros, 1964). Es su ajuste de cuentas con la vida, su reconciliación con el pasado, un pasado al que le era casi imposible volver sin herirse el corazón. Pero ha logrado sobreponerse al dolor que se lo impedía y aquí está el resultado: una narración de geometría perfecta que, hurgando en el corazón del pasado, hace justicia a la memoria de su hermana asesinada hace tres décadas elaborando un retrato de profunda dulzura humana y extiende con contundencia el puño para golpear la atolondrada cabeza de un sistema policial inepto con la intención de que no olvide su propia culpa en un país donde la impunidad criminal rebasa el 90 por ciento de los casos de violencia feminicida, que nunca se resuelven. En ese sentido, la justicia que logra Rivera Garza es intemporal y, por eso mismo, penderá como una espada de Damocles sobre la cabeza del presunto asesino de Liliana Rivera Garza, contra quien se cursó una orden de aprehensión en 1990 y sin embargo nunca fue capturado ni compareció ante la justicia. Pero aquí está, en esta narración híbrida donde la ficción y la realidad se dan la mano para construir un relato contundente que no dejará escapar jamás al asesino, que le seguirá allí donde vaya, que le estará pisando los talones siempre, haga lo que haga, hasta el fin de sus días y más allá.

EL ZURDO MENDIETA VUELVE A LAS ANDADAS

"En esta ocasión el Zurdo se sumerge en un universo mucho más complejo que en los que ha operado anteriormente y tiene que incrementar su agudeza como investigador"

Siempre le dijeron sus amigos a Elmer Mendoza (Culiacán, 1949) que el Zurdo Mendieta era de esos personajes literarios que no pueden desaparecer a las primeras de cambio, que merecen grandes sagas porque están hechos de una pasta especial. Así llega ahora la que es la sexta entrega de las peripecias de este policía a veces corrupto, otras renegado de su profesión, pero que siempre está tan obsesionado con su trabajo que consigue ser un detective exitoso, aunque como dice el propio autor muchas veces se vea a los pies de los caballos y tenga ayudas inesperadas de la otra parte de la esfera de la delincuencia, porque como queda claro en la nueva entrega de las aventuras del Zurdo, titulada Ella entró por la ventana del baño (Alfaguara), el famoso policía ocupa un lugar en el corazón de Samantha Valdés, quien en la saga es nada más y nada menos que la jefa del Cártel del Pacífico. Así que en esta ocasión el Zurdo se sumerge en un universo mucho más complejo que en los que ha operado anteriormente y tiene que incrementar su agudeza como investigador, pues en esa misma medida aumenta la fuerza de sus enemigos, que son cada vez más poderosos. La trama que esta vez teje Mendoza involucra a un hombre que se quiere vengar del Zurdo por haberlo encarcelado y el encargo de otro que, como último deseo, busca encontrarse de nueva cuenta con una mujer con la que tuvo un amorío dos décadas atrás. La acción, pues, está servida.

NUESTRA PELIGROSA RELACIÓN CON LAS MÁQUINAS

"El dron se ha convertido en un artefacto emblemático de nuestro tiempo desde que en 2002 uno de estos cacharros asesinó a un grupo de personas que iban a bordo de una camioneta en Yemen"

Mundo dron. Breve historia ciberpunk de las máquinas asesinas (Debate), es una interesante reflexión sobre la manera en que se ha normalizado la idea de las máquinas asesinas y, en especial, las relaciones que habremos de sostener con nuestras propias creaciones. Como dice su autor, el narrador e ingeniero Naief Yehya (Ciudad de México, 1963), el dron se ha convertido en un artefacto emblemático de nuestro tiempo desde que en 2002 uno de estos cacharros asesinó a un grupo de personas que iban a bordo de una camioneta en Yemen, lo que representó un cambio fundamental en la manera en que los seres humanos iban a relacionarse no solo con máquinas de este tipo, sino con los conflictos armados, las propias armas, la guerra e incluso la noción de lo que puede hacerse o no legalmente al respecto. Y es que para Yehya nadie se puede rendir a un dron y, bajo esa perspectiva, debemos tener en cuenta la manera en que establecemos relaciones mediante la tecnología: cómo nos vinculamos con nuestros semejantes, cómo nos comunicamos o cómo nos explotan. Aunque el primer impulso del autor fue contar la historia del dron desde un punto de vista político, económico e incluso sociológico, en su escritura se le atravesaron una serie de elementos culturales, no solo presentes en películas o en libros, sino en las percepciones de los pueblos que viven bajo los drones y cómo las han integrado a sus actividades artísticas cotidianas. El resultado, sin duda, merece atención.

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