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Luis García Montero: «Galdos fue el representante de un patriotismo cívico»

Luis García Montero: «Galdos fue el representante de un patriotismo cívico»

El poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, cree que los intelectuales deben demostrar en momentos como los actuales capacidad de analizar la realidad, aportar argumentos, actuar «de vacuna» contra la polarización de la política y defender sus ideas sin considerar «enemigos y canallas» a quienes no las comparten.

García Montero participa esta tarde en Gran Canaria en unas jornadas galdosianas donde será el encargado de impartir la conferencia inaugural, «La realidad de una esperanza: Galdós, la memoria y la poesía», dentro de los actos conmemorativos del centenario de la muerte del escritor grancanario.

En una entrevista con Efe, el poeta granadino explica que con estas jornadas se intenta recordar la figura de Galdós como referente literario, pero «también cívico» porque en sus novelas, ensayos y comportamientos políticos es «el representante de un patriotismo cívico que tiene que ver con la humanización de la política y el intento de que lo oficial esté vinculado con lo real y con la vida de las personas». Este profesor universitario resalta que don Benito intentó en la política que la actividad oficial «estuviese anclada en la dignidad de las personas». «Y creo que esa referencia es la que lo hace vigente en un mundo como el de hoy», añade. También defendió siempre en su literatura «esa alianza entre la sociedad y la experiencia individual, entre el compromiso y la conciencia cívica en contra de cualquier dogmatismo e intolerancia», recuerda García Montero.

En Trafalgar, uno de los Episodios nacionales, Galdós recurre a Gabriel Araceli, un muchacho huérfano de Cádiz, para plasmar su concepto de patria. En un momento del libro, el personaje galdosiano observa cómo los marineros se preparan para salir a combatir con la Armada inglesa. Ahí, el joven se da cuenta de que el patriotismo no es el rey ni su ministro sino una nación que familia a familia y persona a persona se levanta todos los días para trabajar. Descubre, añade el autor de Habitaciones separadas, «esa realidad de la vida cotidiana como razón de una comunidad, y a la vez se da cuenta de que los ingleses tienen madres, padres, hijos, trabajo, son respetables y cómo no existe un enemigo al que se pueda demonizar sino malentendidos que deben resolverse sin violencia”. «A mí esa mirada de Galdós me sigue funcionando en el mundo de hoy», asegura el escritor mientras insiste en que él, como el autor de Nazarín, no cree en el patriotismo como esa «palabra hueca» contra la que el grancanario combatió.

En unos momentos en los que el patriotismo sirve para desempolvar las espadas del Cid Campeador, Hernán Cortes y otros mitos de la historia pasada, este defensor de los intelectuales de la Generación del 27 defiende esa actitud como «un compromiso con la realidad que Galdós defendió, una idea de democracia, de derechos humanos y de cultura que fuese capaz de articular honradamente la vida oficial con la vida cotidiana de una nación».

Benito Pérez Galdós arrastró durante décadas olvidos y desprecios, también etiquetas de «inservible» o «garbancero», como llegó a clasificarlo uno de los personajes de Valle-Inclán en su Luces de bohemia. El poeta granadino insiste en que esos tópicos «hoy no se sostienen» y recuerda que el grancanario es «uno de los autores más estudiados en las universidades, junto a Cervantes y García Lorca». Sin embargo, aclara que, en determinados momentos, la literatura realista, de la que Galdós ha sido clasificado como el mayor exponente en castellano, «ha sido denostada, y también el propio autor lo fue durante el modernismo y las vanguardias, que defendían la ruptura con el realismo».

En Crónica de Madrid, Galdós relató la pandemia de cólera que azotó España en el siglo XIX. Si ahora tuviera que coger la pluma para relatar la covid-19, García Montero tiene claro que el autor «intentaría describir el marco histórico y analizar el mundo anterior» al virus, porque algunos problemas actuales «estaban ya insinuados en una cultura neoliberal que ha debilitado mucho los espacios públicos». Después, García montero cree que describiría con realismo la situación y la vida individual para «llegar al corazón humano de la persona que tiene miedo o aquella que se levanta todos los días para ir a trabajar». Tampoco parece tener dudas que el autor de Fortunata y Jacinta le sacaría partido a «la imagen de la enfermera que se va a su casa después de estar salvando vidas y arriesgando la suya y se encuentra con caceroladas y botellones».

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