La periodista/escritora participó en la cuarta jornada de las Noches Literarias para presentar su última novela, A menos de cinco centímetros (Espasa, 2017).
Cantaba el juglar de Vaquerizo: “Mucho exaspera a Don Pedro / la guerra con Aragón / y dicta pena de muerte / contra Blanca de Borbón. (…) Sobre su regia corona / la fatalidad cayó / hasta ponerla indefensa / frente al acero traidor / que sin mayores reparos / segara la vida en flor”. Los historiadores no se ponen de acuerdo ni con el dónde —que si fue en Medina Sidonia, que si en Jerez— ni con el cómo —que si de dolor y pena, que si de peste negra, que si envenenada, que si de un ballestazo— murió la efímera reina consorte de Castilla, esposa repudiada de Pedro I, apodado El Cruel por sus detractores y El Justo por sus partidarios: como puede comprobar el lector, ya en el medievo, siglos antes del nacimiento del poeta, palpitaban aquellos versos tan perennes y patrios: “Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”.
La misteriosa muerte de la noble francesa bien hubiera podido interesar al detective Roures, uno de los protagonistas de A menos de cinco centímetros (Espasa, 2017), el último libro/la primera novela negra de Marta Robles (Madrid, 1963). Con la obra como excusa, la periodista/escritora participó este viernes en la cuarta jornada de las Noches Literarias que organiza el Parador de Sigüenza, hermoso e imponente mostrenco altomedieval donde, en 1355, Pedro I encerró a doña Blanca. Los creyentes —o como se diga— en lo paranormal dicen que, entre sus muros, aún se oyen los sollozos de la desgraciada reina consorte —no en vano, Iker Jiménez celebró en esta fortaleza el bautizo de su hija Alba—.

Marta Robles llegó al parador mientras Jeosm combatía el calor con una mísera Shandy—perdona, tío: tenía que contar esta desvergüenza—. Nos saludó con una simpatía exenta de artificialidad y con mucha atención: al fotógrafo le preguntó por su último libro, Mujer (Autoeditado, 2017); conmigo conversó sobre El último pistolero (Círculo de Tiza, 2017), última obra de Raúl del Pozo en la que yo hice la selección de artículos y que cuenta con un texto mío. Al rato, el periodista de Cuenca me advertía por teléfono: “Marta es un ser maravilloso. Trátala bien”.
Durante la conversación con Ongil, Robles repasó, sin exhaustividad, parte de su vida y de su bibliografía, centrándose, en este segundo sentido, en A menos de cinco centímetros y en Haz lo que temas (Planeta, 2016), ensayo que recoge las inseguridades “que han marcado su vida y cómo ha hecho para vivir con ellas y superarlas”. Respecto a los asuntos biográficos, la charla comenzó con una referencia a “Las Magnolias”, un grupo de amigas formado por, entre otras, Rossy de Palma y Mabel Lozano; continuó comentando su gusto por los zapatos de tacón —“Tengo dos máscaras: una, la sonrisa, y dos, los tacones. Soy una mujer muy insegura”— o sus tentaciones—Ongil le ofreció chucherías, pero la escritora las rechazó “porque no puedo hablar con la boca llena”—, y terminó con una referencia a Las Setas Mágicas, “un grupo en el que yo cantaba y que, por suerte, dejé”.
Sobre A menos de cinco centímetros, Robles dijo que es una novela que, “pese a la dureza que tiene y a lo descarnado, huele a violetas”. El título, “mío al 100%”, hace referencia a una de las frases que utiliza el escritor Artigas, uno de los personajes de la obra, para conquistar a Misia Rodríguez de Rothman. Sobre esta, la autora dijo que “Misia es el nombre de la íntima amiga de Coco Chanel. La introdujo en la alta sociedad, en la aristocracia. Sacaron un perfume de Chanel con este nombre. Lo olí e, inmediatamente, encontré al personaje”. En cuanto a Roures, el detective, explicó que tiene un “perfil de Simenon”: “Tiene un pasado turbio, está atormentado. Para aliviarlo, lo que hice, aparte de convertirlo en un buen lector, le puse una gran colección de discos”.
Robles contó que le interesa la novela negra para “señalar, para denunciar una parte de la realidad”. En A menos de cinco centímetros, la escritora quiso mostrar “dos mundos: uno, que puede ser hasta obsceno, infestado de lujo, en el que se pueden pagar 400.000 euros por un libro”, y “otro, cargado de sordidez, con escenarios como el de la trata de mujeres”. La obra posee una potente carga musical —si hay una canción que la vertebra, es Across the Universe, de The Beatles— y sexual. Sobre esto último, hay matices: “No es un sexo por calentón, sino duro en el sentido de que hay vacío de amor. El sexo es un personaje más”.


Mucho más amables que la actitud del Nobel fueron las preguntas de los jóvenes infantes seguntinos. Angelicos: ¡menuda transformación experimentarán como estudien periodismo!




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