Tienes catorce años y preguntas cosas para las que no tengo respuesta. Entre otras razones, porque nunca hay respuestas para todo. Y además, he pasado la vida echando la pota mientras oía a demasiados apóstoles de vía estrecha, visionarios y sinvergüenzas que decían tener la verdad sentada en el hombro. Yo sólo puedo escribirte que no hay varitas mágicas, ni ábrete sésamos. Esos son cuentos chinos. De lo que sí estoy seguro es de que no hay mejor vacuna que el conocimiento. Me refiero a la cultura, en el sentido amplio y generoso del término: no soluciona casi nada, pero ayuda a comprender, a asumir, sin caer en el embrutecimiento, o en la resignación. Con ello quiero sugerirte que leas, que viajes, y que mires.
Fíjate bien. Eres el último eslabón de una cadena maravillosa que tiene diez mil años de historia; de una cultura originalmente mediterránea que arranca de la Biblia, Egipto y la Grecia clásica, que luego se hace romana y fertiliza al occidente que hoy llamamos Europa. Una cultura que se mezcla con otras a medida que se extiende, que se impregna de Islam hasta florecer en la latinidad cristiana medieval y el Renacimiento, y luego viaja a América en naves españolas para retornar enriquecida por ese nuevo y vigoroso mestizaje, antes de volverse Ilustración, o fiesta de las ideas, y ochocentismo de revoluciones y esperanzas. O sea, que no naciste ayer.
Para conocerte, para comprender, lee al menos lo básico. Estudia la Mitología, y también a Homero, y a Virgilio, y las historias del mundo antiguo que sentó las bases políticas e intelectuales de éste. Conoce al menos el alfabeto griego y un vocabulario básico. Estudia latín si puedes, aunque sólo sea un año o dos, para tener la base, la madre, del universo en que te mueves. Da igual que te gusten las ciencias: ten presente —como siempre recuerda Pepe Perona, mi amigo el maestro de Gramática—, que Newton escribió en latín sus Principia Mathematica, y que hasta Descartes toda la ciencia europea se escribió en esa lengua. Debes hablar inglés y francés por lo menos, chapurrear un poco de italiano, y que el estudio del gallego, del euskera, del catalán, que tal vez sean tus hermosas y necesarias lenguas maternas, no te impida nunca dominar a la perfección ese eficaz y bellísimo instrumento al que aquí llamamos castellano y en todo el mundo, América incluida, conocen como español. Para ello, lee como mínimo a Quevedo y a Cervantes, échale un vistazo al teatro y la poesía del siglo de Oro, conoce a Moratín, que era madrileño, a Galdós, que era canario, a Valle-Inclán, que era gallego, a Pío Baroja, que era vasco. Rastrea sus textos y encontrarás etimologías, aportaciones de todas las lenguas españolas además de las clásicas y semíticas. Con algunos de ellos también aprenderás fácilmente Historia, y eso te llevará a Polibio, Herodoto, Suetonio, Tácito, Muntaner, Moncada, Bernal Díaz del Castillo, Gibbon, Menéndez Pidal, ElIiot, Fernández Álvarez, Kamen y a tantos otros. Ponlos a todos en buena compañía con Dante, Shakespeare, Voltaire, Dickens, Stendhal, Dostoievski, Tolstoi, Melville, Mann. No olvides el Nuevo Testamento, y recuerda que en el principio fue la Biblia, y que toda la historia de la Filosofía no es, en cierto modo, sino notas a pie de página a las obras de Platón y Aristóteles. Viaja, y hazlo con esos libros en la intención, en la memoria y en la mochila. Verás qué pocos fanatismos e ignorancias de pueblo y cabra de campanario sobreviven a una visita paciente a El Escorial, a una mañana en el museo del Prado, a un paseo por los barrios viejos de Sevilla, a una cerveza bajo el acueducto de Segovia. Llégate a la Costa de la Muerte y mira morir el sol como lo veían los antiguos celtas del Finis Terrae. Tapea en el casco viejo de San Sebastián mientras consideras la posibilidad de que parte del castellano pudo nacer del intento vasco por hablar latín. Observa desde las ruinas romanas de Tarragona el mar por el que vinieron las legiones y los dioses, intuye en Extremadura por qué sus hombres se fueron a conquistar América, sigue al Cid desde la catedral de Burgos a las murallas de Valencia, a los moriscos y sefardíes en su triste y dilatado exilio. En Granada, Córdoba, Melilla, convéncete de que el moro de la patera nunca será extranjero para ti. Y sitúa todo eso en un marco general, que también es tuyo, visitando el Coliseo de Roma, la catedral de Estrasburgo, Lisboa, el Vaticano, el monte San Michel. Tómate un café en Viena y en París, mira los museos de Londres, descubre una etimología almogávar en el bazar de Estambul o una palabra hispana en un restaurante de Nueva York, lee a Borges en la Recoleta de Buenos Aires, sube a las pirámides de Egipto y a las mejicanas de Teotihuacán. Si haces todo eso —o al menos sueñas con hacerlo—, conocerás la única patria que de verdad vale la pena.
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Publicado el 19 de noviembre de 2000 en XL Semanal.
La cultura; ese ese universo de posibilidades y emociones que está allí para que nos sumerjamos en sus aguas.
Dichoso es el hombre o la mujer que pueda, estudiar, viajar, ver y comprender; las civilizaciones, las costumbres, los idiomas. Conocer el nombre de los árboles, de los pájaros, de los ríos, las montañas, los mares.
Saber sobre los pueblos, sus costumbres, sus fiestas, sus dramas y sus misterios.
La cultura es el pasaporte a una vida pacífica, en donde se llega a comprender que la fortuna de una persona no está guardada en su caja fuerte; está guardada en su mente, sabiendo que la puede derrochar todos los días de su vida, porque es inagotable.
Solo la muerte cierra ese privilegio; hasta cierto punto, porque aquel que dejó su registro escrito, será disfrutado y aprovechado por los que vendrán en busca del inagotable tesoro.
Cordial saludo
Lo crea o no Francisco, su comentario me ha resultado más inspirador que el artículo
Magnífico como siempre, repito se debería compilar todos estos artículos en un solo libro o grupo de ellos. Saludls
Estoy de acuerdo en la recopilación de todas las notas de PerezReverte.
Lo excelso siempre sale del corazón, de las entrañas del ser profundo, de lo oculto, de lo poético, de eso que llaman espíritu y que algunos niegan, negándose a sí mismos.
Y, a mí, esta carta a María me parece excelsa.
No hace falta saber quién es María. Son todas las marías pretéritas, presentes y futuras. Es una carta intemporal dirigida a todas las eternas marías. El ser humano depende de ellas.
La individualidad, la identidad, tener criterio y capacidad de crítica, sin despeñarse por los relatos que lo impregnan todo es asimilar la cultura y los orígenes.
Descubrir que Quevedo o Cervantes son más actuales y verdaderos que los posmodernos y que Dante ya mandó al infierno a políticos, eclesiásticos purpurados y financieros.
Nunca hay respuestas para todo, pero si las hay, están en nuestros orígenes, en nuestro pasado, en nuestra cultura en que somos porque fuimos.
Quizás falta en la carta hacerle a María referencia a las grandes mujeres de nuestra cultura: desde Safo, pasando por Cristina de Pizan, por Sofonisba, María de Médicis, Rosalía de Castro y llegando hasta otra María, María Zambrano.
Excelsa carta que es un breve canto a la cultura Occidental, opuesta diametralmente a las posmodernas y escatológicas teorías que califican de eurocentrista toda nuestra cultura.
Es una carta con las instrucciones para aprender a ser libre…
Enhorabuena. La última frase es extraordinaria.
Gracias por su calificación, sr. B. Además de agradecer su amabilidad de amigo, lo que sí le puedo decir es que esta frase la he expresado sintiéndola desde lo más hondo.
Un abrazo.
Gracias tb a ti por esa aportación instructiva.
Muy bien Arturo, me encanta este tu escrito tan reciente, este viaje a tantos corazones, y si María va con alguien de la mano, entonces los descubrimientos serán gloria y éxtasis. Gracias Pérez Reverte.
Un brillante resumen (como siempre) de lo que debe comprender un alumno al final del bachillerato. Si lo ha asumido estará salvado.
Muchas gracias Don Arturo. Una ayudita siempre viene bien.
Gracias Don Arturo. Me ha encantado esta carta a esa niña de 14 años,.Yo que tengo 83 me he quedado admirado de la clarividencia y los consejos que le da vd. a todo aquel que desee desprenderse de ataduras intelectuales encorsetadas.
Gracias de nuevo.
Me atrevo a decirle que he compartido esa carta con mis dos nietas, que aunque son mayores de 14, creo que les servirá para que ellas aprendan su camino de libertad por el conocimiento.
Mi admiración, gracias por sus aportes
Muchas gracias Don Arturo. Lo leo hace años y aprendo cada vez. Sus escritos me hacen entender y vivir mejor mi actual condición de cubano emigrado. Con esa cultura que tanto ayuda a mantener viva me hace sentir acompañado y en paz, donde quiera que esté. Muchas gracias.
Jijijiji, que no pide poco….
De todas las tareas, he cumplido algunas y que más quisiera cumplir con todas, la cerveza contemplando el acueducto de Segovia está impregnada en mi mente con gran cariño. Gracias Maestro
Sólo un breve apunte, una opinión, para los que, tras el análisis y la favorable e inagotable sorpresa ante el contenido de la carta, han dado el paso a considerar la cultura como el mejor sistema para apreciar y disfrutar la realidad y para, también, criticarla e intentar transformarla con cimientos poderosos e inquebrantables: la cultura será el único bien que, a lo largo de la vida, sean cuales sean las circunstancias de ésta, sera inexpropiable por el poder, porque siempre estará en cada molécula de tu ser. Te podrán privar de la libertad, de tu patrimonio material, de tus herencias económicas, incluso de tu salud. Da igual, la cultura, su disfrute y su recuerdo jamás podrá ser suprimida. De hecho el acceso a la misma y el gusto por su engrandecimiento será el mejor legado que los ancestros podrán dejar a sus sucesores.
Efectivamente, sr. B., María también formará parte, toda generación lo hace, de esa realidad cultural ya que casi todos contribuímos a ella, los que participamos de ella.
El poder es otra cosa. El poder intenta construir un entramado pseudo-cultural artificial, ajeno a la verdadera cultura y entreverado de ideología por medio de la ingeniería social. Deconstruye hechos pasados, deconstruye personajes, deconstruye la historia hasta convertirla en histeria y califica hechos, personajes y situaciones desde conceptualizaciones absurdas del presente posmoderno. Un desastre.
La cultura como manipulación del poder.
Es necesario alejar a María de ello. Por ella, por nosotros, por todos…
Un abrazo.
Lleva usted toda la razón, señor B. Gracias por la excelente y esperanzadora reflexión.
Muchas gracias, señora o señorita Irene. La esperanza debería cotizar directamente en bolsa. Un saludo.
Emociona, Don Arturo, leer sus palabras. Saber que tenemos el beneplácito de hablar un idioma tan puro y excelso, en el que cada cosa tiene su palabra, y saber que lo leemos día a día emociona. Emociona saber que hay faros de lucidez ante tanta ignorancia supina. Emociona que todavía podamos entender que la cultura general nos salva ante el iceberg.
Pues se la pone usted muy difícil En nuestro tiempo (tengo solo dos tacos menos que usted) se estudiaba pràcticamente todo lo que usted le pone como requisitos básicos. Hoy, con todo ese conocimiento, pudiera gobernar el paìs -yo la votaría con mucho gusto- pero hay cientos de imbèciles haciendo fila para el puesto, que ni saben de lo que usted está hablando.
Desde que empecé a leer y a querer conocer todos los detalles del mundo, siempre me he preguntado por dónde debía empezar a conocer nuestro mundo, en el más amplio sentido de la palabra. Conocer sus limites entre pueblos, etnias, culturas, tradiciones o circunstancias de asentamiento. Conocer todo lo referente a lo que aquellos escritores escribieron y dejaron indicios de cada pueblo, de cada nación. Conocer la manera de empezar en el mundo de la lectura, qué libros abren ese camino del conocimiento. Quienes son los padres de ese conocimiento, ir trazando un viaje en donde no me pueda perder nada de la historia de nuestro mundo, de sus gentes y del pensamiento. Muchas Gracias por este texto, Arturo Pérez -Reverte.
El moro de la patera siempre será extranjero para María, o lo que es peor, María será siempre extranjera y extraña para él. por muchos paseos por Córdoba Granada y Melilla que se dé.
Será tan extraño para ella, como un griego de Salónica lo es para un turco de Estambul, la antigua Constsntinopla, arrebatada por el turco a la cristiandad.
Una de las posibilidades, con cultura claro, es interpretar no ser extranjero por merecer el mismo respeto como persona en cualquier lugar del mundo. Y hablando de interpretar también la música es cultura, y quizás la más integradora. Y tal vez María desconozca u olvide las obras de los clásicos, o no viajará o paseará lo suficiente a lo largo del mundo o de su propio país e, incluso, sólo chapurreará un poco de inglés y jamás declinará rosa-rosae; pero tal vez escuche la canción Calle Mayor del grupo Revólver y, sólo por eso, tendrá un respeto absoluto por los que llegan en patera, vengan de donde vengan. Tendrá el mismo efecto que todo lo indicado por don Arturo. Pues, a veces, una pildora de cultura consigue la misma sanación que un largo tratamiento…
El problema vendrá, no ya del de la patera, sino del titiritero que lo manipule, que a la voz de “Alá es grande” inste a María a resignarse a ser una ciudadana de segunda, por haber cometido el error de transformar la antigua fé en el Dios del nuevo testamento, la filosofía griega y el derecho romano, en una fé ciega en el dinero, que la ha llevado a vivir en un mundo absurdo y corrupto.
Ahí tengo que darle la razón. ¡Caña a esos titiriteros! A los que añado a los trileros.
Qué maravilla de Carta a María ha escrito usted otra vez. A otra joven que busca un mundo -su mundo-. Yo ya voy para viejo, y tampoco tengo respuestas para todo, pero cuando he viajado también me ha dado por buscar todo lo que cita aquí. Recuerdo haberme sentido en casa dentro de la Biblioteca Guillermo Cabrera Infantes, bajo bandera española pendiendo en la fachada, y una vez dentro me refugié en Cortázar y con él recorrí las calles de París leyendo su Rayuela. También el haber visto a Cristo morir en la cruz con la lectura de la Biblia me hizo otra persona. Y el buscar incógnitas en la literatura aljamiada, en Shakespeare, en los Diarios de Colón, etc, etc. Para qué voy a decir nada más, si ya escribe usted como el mejor maestro que he tenido nunca.
Han pasado 25 años desde que se publicó el artículo.
Hoy María tendrá 39, a punto de llegar a la cuarentena, y todo lo dicho podría servir para su supuesta hija que tendrá una edad parecida a la que ella tenía entonces, principios de la adolescencia.
Sin embargo hay algo que ha cambiado en España en este cuarto de siglo, si la indecencia política entonces ya era grande hoy es insoportable, y si la cultura estaba pervertida hoy es un estercolero.
Malos tiempos para la lírica.
Saludos.
Coincido. Aunque creo que lo único que ha ocurrido es que se ha ampliado exponencialmente el cauce torrencial (cual dana homicida y negligente) en la dicotomía entre el bien común y el bien de cada partido político por culpa de unos cuantos garbanzos negros apandadores en cada sede. Cada vez están mas distanciados los márgenes del torrente; lo que hace pensar a la ciudadanía, instalada ya en la rabia y el hartazgo, que la solución puede venir de mano de opciones extremas y extremistas para zanjar de raíz el marasmo culpable de una democracia imperfecta. Ese, creo, es el verdadero peligro.
Por decisión y por cosas de la vida no tengo hijos. Ya es tarde para un señor de 62 intentarlo -nunca pude encontrar una loca que tuviera un hijo conmigo-. Pero, la vida me ha regalado a 4 sobrinos y mientras leía la carta a María, he estado pensando en ellos. El mayor tiene 11 años -un diamante en bruto-, una de 9 -de ojos curiosos y díscola- y los dos menores 8 -una niña y un varón- pícaros y sutiles. Todos ellos con ganas de hacerte millones de preguntas y romperte criterios, dogmas…
Don Arturo, ésta carta se la robo. Ellos merecen que se las lea. Obvio que sabrán quién la escribió y serán tan felices como María.
Para hacer todo eso que nos propone Arturo Perez, necesitaría como mínimo dos vidas más.
Pero , un gusto leerte y gracias por los consejos.
Este texto lo tengo señalado en un libro de P-R. Lo guardé para enseñárselo a mis hijas, que, a su edad reglamentaria, lo leyeron, lo entendieron y parece que, al menos en buena parte, lo pusieron en práctica.
Ahora lo guardo para mi nieta y su madre ya sabe que si yo no llego a verla en edad de que pueda entenderlo, no deje de dárselo y que tome buena nota.
Es un texto tan maravilloso, que ni siquiera he querido mancharlo utilizándolo para hacer callar a tantos y tantos gilipollas metiéndoselo por el tras. Ni el texto merece este trato ni ellos esa dádiva aunque sea por vía anal.
Leer, viajar y mirar. Sin duda, las llaves de la verdadera Libertad!!! La de pensar por uno mismo, como antídoto al intento de adoctrinamiento por parte de esos sinvergüenzas que Usted dice, creen tener la verdad sentada en los hombros. Me atrevería a agregar el conversar, con todos quienes se pueda. con el rey y el lacayo, con la mujer del campo y la dama de la ciudad, con el portero y con el dueño del edificio, con el camarero y con el comensal, y sobre todo, con el niño y con la anciana.
Le aplaudo la adición.
Todo eso está muy bien. La cuestión es, si los que vienen cruzando en pateras, o en avión desde el otro lado del charco, o en Mercedes o como sea, también lo harán para saber a dónde van. O vamos a ser siempre nosotros los corderos y ellos los lobos.