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Un padre y una hija, llamémosles personajes, Material de construcción, llamémosle novela

Un padre y una hija, llamémosles personajes, Material de construcción, llamémosle novela

Hasta ahora Eíder Rodríguez había merecido el aplauso de la crítica por sus relatos breves, pero la publicación de su primera novela ha demostrado que también es una maestra en terrenos de largo aliento. Material de construcción es una historia autobiográfica en la que la autora aborda el alcoholismo de su padre.

En este making of, Eíder Rodríguez explica el proceso de escritura de Material de construcción (Random House).

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Soy cuentista. Me gusta reivindicar este género, quizá por cabezonería justiciera, porque se considera menor, como si las historias, las canciones y sus escrituras pudiesen medirse en metros, en vatios, en decibelios, como si ser menor fuese sinónimo de peor. Acababa de finalizar un relato, “Pura vida”, en el que había estado trabajando unos tres meses y me negaba a abandonar (argumentaba estar retocándolo, pero ya solo estaba magullándolo). Cuando por fin lo hice y me alejé de él, sentí algo parecido al hambre. Mi padre había muerto meses atrás, y aquel agujero en el estómago volvía a abrirse y a pronunciarse: pedía algo y yo sabía de qué se trataba. Necesitaba escribirlo. Escribir a mi padre. Aquel acto se convertiría en mirarle a los ojos, por primera vez. Sería hablar con él por última vez.

Había quedado con mi editora para tomar un café y ponernos al día. Le conté acerca de mi hambre. “Tengo ganas de escribir acerca de mi padre”. Ella no sabía qué significaba aquello. Porque aquel padre era alcohólico y la hija, la hija de un alcohólico. Pero eso no significa gran cosa. Quizá por eso necesitaba escribir, descubrir qué había tras aquellas palabras que no significaban casi nada. Jamás se lo había contado a la editora. Casi nunca hablaba de ello y sentí vergüenza. Sentí vergüenza de la vergüenza. Sentí vergüenza de su vergüenza. Ella me dijo algo tan sencillo como: “Escribe”.

Cuando una abre la boca también se abren los ojos, algo tan sencillo como eso. Escribiría.

"Entendí que escribir consistiría en recrear la escena del crimen, en sujetar aquella violencia en un cuadrilátero"

Al día siguiente compré un tablón de corcho grande, chinchetas doradas y tarjetas rayadas. Necesitaba un mapa. Fui llenándolo de notas hasta que se desbordó. Después fui agrupando las tarjetas por temas. Compré unos sobrecitos de color marfil en los que escribí los temas y guardé las tarjetas, que coloqué en el tablón y fui rellenando con notas nuevas día tras día. También colgué una foto suya, un mapa anotado por él, al que volví una y otra vez para reencontrarme con su letra, que tanto me decía. A ambos lados del tablón coloqué plantas y dos xoloitzcuintli que compré aquel mismo año en Ciudad de México: los perros guardianes que en la cultura maya guían a los muertos a través del inframundo. Y dejé que todo aquello fuera creciendo, dialogando, embrollándose y ordenándose por sí solo.

Entendí que escribir consistiría en recrear la escena del crimen, en sujetar aquella violencia en un cuadrilátero, o al menos, ponerme frente a la escena del crimen y observarla, sin prisa, sin miedo y sin vergüenza. Escribir se convertiría en la manera de estar con el padre en total intimidad, ya que a través de la escritura las personas podían convertirse en personajes, y padre e hija podían ser otros sin dejar de ser del todo quienes fueron.

"En la novela hay cosas que ni siquiera sabía que pensaba"

“No eres tú quien hablará; deja que el desastre hable en ti, aunque sea por olvido o por silencio” fue lo primero que escribí en el documento del procesador de texto. Se trataba de una frase de Maurice Blanchot del ensayo La escritura del desastre. Aún no lo sabía, pero esta cita funcionaría como mantra durante el proceso de escritura. En la novela hay cosas que ni siquiera sabía que pensaba, cosas que a pesar de que las presentía no sabía que fueran a tomar la forma de esos párrafos una vez doblegadas a las leyes de la sintaxis. También escribí frases que jamás hubiese podido decir. Y no, no las he dicho, las he escrito. No es lo mismo. Hay cosas que a pesar de no poder ser dichas pueden ser escritas. Hay cosas que no se pueden decir. Para eso están los libros, las películas y las canciones.

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Autora: Eider Rodríguez. Título: Material de construcción. Editorial: Random House. Venta: Todostuslibros.

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