Este libro esconde un relato atemporal y contemporáneo sobre cómo nacen y se transmiten las historias en la que la voz narradora se funde con la morfología de los cuentos. Escrito originariamente en catalán, mereció el 53è Premi Crexells de Novel·la y quedó finalista del Premi Finestres.
En Zenda reproducimos las primeras páginas de Una historia es una piedra arrojada al río (Las afueras), de Mònica Batet.
***
En este país tenemos un cuento popular que todo el mundo conoce y puede contar de memoria. Es el cuento de la Línea. Hay distintas versiones y casi todas las familias tienen la suya. La mayoría lo em pieza antes de que se enfrenten los soldados; otros, cuando ya han muerto los jóvenes protagonistas, e incluso hay unos cuantos que prefieren iniciarlo en el momento en que la chica ya es un espíritu. Aunque voy a evitar los cuando era y los cuando ya no era tan típicos de nuestras narraciones, voy a contarlo como lo aprendí de niño.
A diario, centenares de soldados se colocan detrás de ella. Hay dos filas: dos bandos de hombres. Algunos se miran con la esperanza de un desafío. Están obligados a mantener la misma posición durante muchísimas horas y se aburren, porque tienen la certeza de que la guerra de verdad es la que sucede más allá de esa línea. Unas diez horas delante del otro pensando en campos cubiertos de cadáveres y caballos abandonados. Deseando ver la sangre vertida. Y, además, resuena una orden: mantener la espalda recta y no permitir que se duerman los brazos. Meses y más meses sintiendo curiosidad por lo que debe de haber al otro lado de la línea.
Entonces, en medio de esa repetición, un día uno de los soldados se restriega los ojos unos segundos. Los hombres de enfrente lo consideran una amenaza y empieza lo que esperaban. Puños, espadas, sangre… Ese es el combate de verdad. Los gritos son de muerte, pero también de satisfacción. Hay un soldado joven que, en lugar de imitar a sus compañeros y emplear la espada, cruza esa línea y echa a correr. Por momentos le parece que el bosque no va a acabarse nunca: salir es complicado.
Hay varias prohibiciones. La más evidente es que ningún soldado puede abandonar su posición en la línea, pero hay otras. No se puede entrar en los territorios del otro lado, no se puede hablar con el enemigo y menos aún ofrecerle o aceptar ayuda. El incumplimiento de cada una de esas normas se castiga con una forma distinta de muerte. El soldado joven conoce esas prohibiciones, al igual que la chica que se encuentra en cuanto entra en el pueblo. A pesar de todo, hace tantos días que anda oyendo tan solo el ruido de sus propias tripas que no las tiene en cuenta y, cuando la ve delante de él, le pide pan y agua. Ella lo hace pasar a su casa y pone la mesa. Le dice que coma todo lo que quiera. El soldado no deja de repetir palabras de agradecimiento.
Pasa un rato. Hablan poco. Ella le va llenando el vaso de agua. De vez en cuando se miran. La chica se sienta a su lado. Parece que la guerra de la que siempre se habla no exista. Pero, de pronto, entran unos soldados y los detienen. Están delante de un rey que lleva anillos y colgantes de oro. Les hace algunas preguntas, pero no parece interesado en escuchar sus respuestas. Por motivos que no justifica, considera a la chica más culpable. Cuando expone su veredicto evita en todo momento mirarlos a los ojos.
Al chico lo ahorcan esa misma noche y sin mucha ceremonia en el patio de armas del castillo. A la chica se la llevan a una torre y allí pasa cinco días sin comer. Después de esos cinco días la trasladan hasta la línea. No deja de suplicarles clemencia. Nadie la escucha. La arrastran por el suelo, la desnudan, le cortan el pelo delante de todos esos hombres, que vuelven a estar unos frente a otros con la espalda recta y sin permitir que se les duerman los brazos. Solo les dicen, Ahora es vuestra. Cada vez que uno de esos hombres acaba de violarla, le escupe en los ojos y en la boca. Pierde la conciencia y muere al día siguiente. Nadie se atreve a enterrarla y el cadáver de la chica va transformándose delante de todo el mundo hasta que solo queda el esqueleto.
Cuando el esqueleto no es todavía un esqueleto, aquel rey que lleva anillos y colgantes de oro afirma que tiene miedo de dormirse. Todas las noches se le aparece un espíritu, una chica de pelo cortísimo que le dice al oído, Dame sepultura. El rey se niega, de hecho lo prohíbe. Las noches se suceden idénticas: ella le pide sepultura y él le contesta que a un rey nadie le da órdenes. Sin embargo, acaba perdiendo el juicio y una madrugada se tira de la torre más alta del castillo.
La guerra se termina y va pasando el tiempo poco a poco. Hasta allí y no a otro lugar llega un peregrino una tarde de verano y cuando ve un esqueleto en mitad de la línea decide enterrarlo. Después de eso, son muchos los habitantes de la región que empiezan a hablar de una chica de pelo cortísimo que se pasea por el bosque cercano a la línea y ayuda a quienes no consiguen encontrar el camino de salida.
Pese a que ha evolucionado, esa creencia sigue perdurando. Se dice que es por ese motivo por lo que los padres de nuestro país dejan sueltos a sus hijos con tanta despreocupación. No les da miedo que se pierdan porque saben que, en tal caso, y sin que los niños se den cuenta siquiera, alguien camina a su lado y no los abandonará hasta que lleguen a algún lugar seguro. También se dice que todos los que mue ren injustamente a manos de otro reciben la gracia de convertirse en espíritus eternos.
___________________________
Autora: Mònica Batet. Título: Una historia es una piedra arrojada al río. Traducción: Carlos Mayor. Editorial: Las Afueras. Venta: Todos tus libros.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: