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1969, de Eduard Márquez

El autor combina una gran variedad del voces, documentos, lugares, géneros y registros en 1969, libro en donde narra el principio del final de la dictadura en Barcelona.

Zenda adelanta un fragmento de esta obra de Eduard Márquez, traducida al español por el propio autor para la editorial Navona.

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Anoche decía la Radio Nacional que el discurso de Franco es un modelo de equilibrio, pero más bien es un intento de equilibrismo y mistificación. Prefirió hablar del mundo y de sus problemas, ofreciendo incluso soluciones displicentes. En España, para él, todo marcha bien, aparte de grupitos de fanáticos. El inmovilismo que le achacan a su Régimen es una pura invención demagógica de sus enemigos y las estructuras serán modificadas a medida que sea necesario. La realidad es que sigue el inmovilismo, que se va conjugando la libertad con la autoridad, con el desarrollo, etc., pero más bien es el ejercicio de la tiranía. La disciplina y el orden que pide Franco no son viables. En España no hay actuación posible para los que piden una apertura desde dentro. El problema es de demolición del Régimen para llegar a instituciones verdaderamente democráticas. Por eso luchan muchos españoles, que ya están en la oposición y a los que les deseamos desde aquí un feliz año nuevo…

No estábamos muy formados políticamente, ni nos sabíamos Lenin de pies a cabeza, pero daba igual. Teníamos una abnegación brutal. No era solo una exaltación de juventud, ¿sabes?, sino un impulso de lucha contra una concepción del mundo que no nos gustaba y que no aceptábamos. Entonces había que hacer algo. Estaba clarísimo. ¿Yo por qué luchaba? No luchaba por una cuestión personal. No vivía una situación de explotación. Y, en mi casa, no teníamos problemas para comer. Es decir, yo no luchaba por una cuestión personal, sino que luchaba, precisamente, por la gente que lo pasaba mal porque estaba explotada. No era personal. Era por un mundo que me parecía profundamente injusto. Entonces, cuando vives con la gente que está sufriendo, te dices que tienes que empaparte de eso. Porque, si estoy luchando contra el mundo en que vive esta gente, que no me gusta, también estoy luchando por mí. Es decir, si éramos capaces de hacer la revolución, todos tendríamos un mundo mejor. Todos tendríamos un mundo en el que no nos haríamos daño los unos a los otros, en el que las injusticias no nos golpearían. Situaciones de explotación, de desigualdad, de miseria que, además, no eran patrimonio del país, sino mundiales. Era así. Y hacíamos cada locura, que a lo mejor puede parecer una temeridad, pero se hacía y ya está. Te decían ve al paseo de San Juan con no sé qué calle y encontrarás un coche con esta matrícula y aquí tienes las llaves. Y allí te encontrabas un coche que no habías conducido en la vida, cargado con no sabías qué, y que tenías que llevar a no sé qué otro sitio. Una vez me dieron la matrícula, y era una furgoneta de aquellas que se ponían en marcha pulsando un botón. Pero yo esto entonces no lo sabía. Pues imagínate. Yo buscando la manera de ponerla en marcha. Hasta que paré a un señor que pasaba por la calle y le dije: «Mire, yo no he robado esta furgoneta. Es de mi hermano, que me ha dicho que la cogiera, pero no sé cómo se pone en marcha. ¿Usted sabe cómo va?». Tampoco lo sabía. Hasta que el segundo o el tercero me ayudó. Te encontrabas en cada situación… Pero lo hacíamos, ¿eh? Se tenía que hacer y ya está. Y se tenía que hacer a conciencia, poniendo todos los sentidos. Porque te jugabas mucho. Costaba encontrar la manera de hacerlo todo, pero te lo montabas como podías. Las reuniones de la célula, el trabajo, la universidad, las acciones… Incluso tenía novio yo entonces, y la relación era muy intensa. Mucho. No había romanticismos, pero había una…, una…, no sé…, una conexión muy especial. Creo que las hormonas que se alteran con la lucha a veces son, incluso, más potentes que las sexuales, ¿eh? Es decir, crean un vínculo muy profundo. Y, si es tu compañero de vida, aún más. Pero también ocurría con la gente con la que militabas. La camaradería era algo realmente potente. A veces, si había enfrentamientos, porque no todo era coser y cantar, también podía ser pesada, claro que sí, pero el compromiso de no bajar la cabeza y la adrenalina de la lucha lo compensaban todo.

JEFATURA SUPERIOR DE POLICÍA BARCELONA

BOLETÍN INFORMATIVO

Ambiente: De tranquilidad y acostumbrada despreocupación política. Sectorialmente se ha destacado el laboral por el 5,9% de aumento salarial máximo autorizado en la renovación de Convenios, motivo de inquietud social. Pronósticos: Probable continuidad en la campaña propagandística de «Comisiones Obreras» incitando a la protesta laboral, con posibilidades de intensificación. Acentuación del malestar obrero en determinadas empresas. Universidad: masiva difusión de propaganda subversiva e incremento de la acción agitadora por parte de minorías, para dar continuidad a la alteración del orden docente del trimestre anterior y tendencia a empeorarlo.

FRENTE AL DIVISIONISMO Y A LA INTEGRACIÓN IMPONGAMOS NUESTRA LUCHA ANTICAPITALISTA EXPULSEMOS AL RECTOR, VICERRECTOR, DECANOS… COMO INSTRUMENTOS DEL CAPITAL MONOPOLISTA HOY, A LAS 12 h., ASAMBLEA DE DISTRITO EN EL PARANINFO DE LA CENTRAL C.E.S. (Comisiones de Estudiantes Socialistas) de Barcelona

JEFATURA SUPERIOR DE POLICÍA DE BARCELONA

NOTA INFORMATIVA

Asunto: ACTIVIDADES ESTUDIANTILES FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

Sobre las 10,30 horas fueron fijados en el patio unos carteles colgados desde el patio del primer piso, de un tamaño aproximado de 2 metros de longitud por 1 de anchura y en los que constaban las siguientes frases: «ACCIÓN EN ECONÓMICAS A LAS 11,30», «LA UNIVERSIDAD PARA EL PUEBLO», «ASAMBLEA EN EL PARANINFO A LAS 12». En el patio bajo habían sido colocados otros tres carteles atacando al nuevo Rector, Dr. Albadalejo, en términos insultantes, y se razona la no aceptación del expresado Rector porque «está impuesto por el capitalismo para hacer el juego de siempre». En otro de los carteles se indica que la única solución es la de aliarse con las Comisiones Obreras para luchar contra las estructuras capitalistas. A las 12,15 dio comienzo la Asamblea, que tuvo efecto en el Paraninfo y a la que asistieron unos 500 estudiantes aproximadamente, teniendo este acto un carácter tumultuario y donde las intervenciones de diversos universitarios se sucedieron sin orden alguno. Por supuesto no ha existido presidencia alguna. Han intervenido con sus parlamentos seis estudiantes, y uno de ellos, que se identificó como estudiante de Medicina, manifestó que su Facultad había difundido un dosier en el cual se incluían las necesidades de la Universidad española, redactado este documento en alemán, francés, portugués e italiano, al objeto de difundirlo por el extranjero, y que ya se había recibido apoyo de distintas Universidades, entre ellas la de Frankfurt, en la cual se habían manifestado los estudiantes en apoyo de sus compañeros españoles. El resto de los oradores no han podido ser identificados, suponiéndose son ajenos a la Facultad, y el que habló en tercer lugar dijo ser estudiante de Derecho y que pretendía dar una semblanza del nuevo Rector, Sr. Albadalejo, al cual señaló como hombre «que promete mucho y no da nada», poniendo como prueba de ello que él mismo el año pasado consiguió dividir la Facultad de Derecho de tal forma que extirpó de raíz el movimiento universitario de renovación en dicha Facultad. Por lo tanto, propuso que lo mejor que podía hacerse con él era expulsarlo de la Universidad. Otro estudiante hizo referencia a la situación social española indicando que el obrero, que es el que trabaja, se veía apartado de la sociedad y se le daba un sueldo mísero de 116 pesetas, mientras que los Catedráticos, la mayoría de los cuales no cumplían con su deber, cobraban más de 40.000. Es necesario, dijo, aliarse con el mundo del trabajo para cambiar desde sus raíces la actual sociedad. Al final del acto, se acordó dirigirse en manifestación al Rectorado, y un grupo intentó subirse encima de la mesa con el objeto de tirar por el suelo un busto del Caudillo allí existente. Ello fue evitado por un estudiante no identificado al que los elementos subversivos le pegaron; uno de ellos le propinó un puñetazo en la nariz que le produjo una gran hemorragia. El pequeño grupo de elementos levantiscos decidieron al final, según dijeron, armarse de objetos contundentes para hacer frente a la Policía y con tal motivo rompieron la totalidad de las sillas y otros muebles existentes en el Paraninfo. Sobre las 13 horas un nutrido grupo de estudiantes penetró en tromba en el despacho del Dr. Albadalejo, rompiendo puertas y ventanas, y agarraron los más excitados al Rector con la intención, al parecer, de tirarlo por la ventana a la calle, pero uno de estos elementos se impuso a los demás y les obligó a que lo dejaran, al propio tiempo que decía «MÁRTIRES NO».

A continuación arrojaron por los ventanales que dan a la plaza Universidad, encima mismo de la puerta de Ciencias, un busto de bronce con la efigie del Caudillo que estaba colocado encima de un mueble del Rectorado, el cual quedó destruido, y también fue lanzada a la vía pública una Bandera Nacional que encontraron en el Rectorado. Tanto el busto como la bandera fueron recogidos por bedeles y entregados a la Superioridad. En el ventanal desde donde fueron arrojados el busto del Caudillo y la bandera, fue colocada una bandera roja y, sobre ella, el siguiente cartel: «OBREROS Y ESTUDIANTES CONTRA LA EXPLOTACIÓN CAPITALISTA», bandera-pancarta que fue retirada por funcionarios del Cuerpo General de Policía. Sobre las 14 horas, y a requerimiento del Sr. Rector, penetró en la Universidad la Fuerza Pública, la cual no tuvo necesidad de intervenir, pues a su sola presencia abandonaron el recinto los revoltosos, disolviéndose seguidamente sin más incidentes. Someramente se ha de decir que fueron destrozadas dos lámparas y la casi totalidad de muebles y enseres del despacho del Rector y siendo violentadas las puertas. En diversas escaleras y patios del edificio de la Universidad Literaria, fueron pintados numerosos letreros subversivos y colocadas dos banderas rojas con la hoz y el martillo, de un metro cuadrado aproximadamente, una de ellas en el bar y otra en el patio.

Al principio del curso 68-69, con el trasfondo de lo que había pasado en Francia, que nos dejó muy alucinados, y con el movimiento estudiantil relativamente fuerte, pero con el sindicato democrático en una cierta crisis, porque, entre los expedientes y las detenciones, ya no se sabía si existía o no existía, veníamos con ganas de hacer cosas. Había bastante gente con ganas de hacer cosas. Coincidió también con la celebración de varias oposiciones a cátedras, y ganaban siempre los catedráticos más fieles al régimen, de una forma clara y manifiesta, ¿eh? No ganaban por méritos académicos, sino por méritos políticos, vaya. Entonces, cuando alguno de estos profesores tomaba posesión de su cátedra y entraba en el aula, pues empezamos a recibirles con abucheos, con gritos y, a dos o tres, los pintamos. Les tirábamos bolsitas de plástico fino llenas de pintura, y cuando les caían encima les dejaban el traje y la corbata hechos una mierda. Esto les provocaba una indignación muy fuerte y se iban, y al menos aquel día no daban clase. Bueno, esto fue creciendo. La policía entraba en las facultades. Los decanos cerraban las facultades. Y se fueron cerrando casi todas las facultades del distrito. Y, finalmente, se suspendieron las clases en todo el distrito. Después de Navidad, abrieron la universidad con un cambio importante en el rectorado. El rector anterior era García Valdecasas, que era un hombre del régimen, muy duro, muy convencido de que esto de la democracia no tenía razón de ser en la universidad de ninguna manera. Pues lo quitaron y pusieron a un hombre más dialogante, Albadalejo, y a un vicerrector, Estapé, que tenía fama de demócrata. Con esta maniobra, era evidente que el régimen quería intentar establecer una situación diferente en la universidad, donde no hubiera un enfrentamiento constante entre los estudiantes demócratas y las autoridades fascistas, sino que, sin perder el control, se estableciera un cierto diálogo, ¿no? La gente del PSUC y de los grupos próximos consideraron que esto era una oportunidad para consolidar una situación democrática en la universidad y que era bueno establecer este diálogo y profundizar lo máximo posible las normas democráticas en el seno de la universidad. Nosotros, quiero decir la gente más a la izquierda del PSUC, el PCE, los CHE-CHOS, los trotskistas, consideramos que aquello era una maniobra del régimen, que con el régimen no había nada que negociar, y que lo que hacía falta era demostrar que aquello no era posible y que había que expulsar a estas autoridades de la universidad. Entonces convocamos una asamblea en el Paraninfo con la intención, después, de asaltar el rectorado y expulsar al rector de la universidad. En cambio, los del PSUC convocaron una conferencia de Solé Tura en Económicas para restar asistencia a la asamblea del Paraninfo. Pero el Paraninfo se llenó. Hicimos un par o tres de intervenciones desde una presidencia que habíamos autoproclamado. Éramos tres, si mal no recuerdo, que nos pusimos allí y hablamos un rato. Hubo diferentes respuestas desde el público. Unos de Medicina diciendo que lo que se tenía que hacer era abrir la universidad al pueblo y ocupar Medicina e invitar a todos los demócratas del mundo para que pasaran por allí y tal y cual. Les dijimos que, bueno, que como idea genial estaba bien, pero que en la práctica esto no funcionaba, que aquí a lo que hemos venido es a asaltar el rectorado y que a lo que íbamos era a expulsar al rector de la universidad. Que era lo que teníamos que hacer y romper ese diálogo absurdo que pretendían imponernos. Con lo que salimos del Paraninfo, llegamos a las puertas del vestíbulo del rectorado y las abrimos a la fuerza, a base de empujarlas. Allí hubo algún estudiante que intentó decir: «Violencia, no. Violencia, no». Después, le juzgaron y le condenaron igual que al resto por intervenir en las acciones. O sea, eso del pacifismo allá no acababan de creérselo. A pesar de que sé que también hubo otras personas que intentaron frenar el acto para que no fuera violento. Bueno, total, entramos y llegamos a la puerta del despacho del rector. Allí el rector, rodeado de algunos profesores, nos dijo: «Entrad, entrad, que hablaremos». Entramos con pocas ganas de hablar, porque aquello no iba de diálogo. Y la gente gritaba: «¡Expulsión! ¡Expulsión!». Entonces, bueno, lo que hicimos fue invitarles a que se marchasen. Al rector quizá le dimos algún empujón. Yo no soy demasiado consciente de esto, a pesar de que hay gente que dice que lo hice. Bueno, no lo aseguraría, porque todo era muy confuso. Y todos estábamos muy nerviosos. Como no habíamos pensado llegar tan lejos, recuerdo el desconcierto de no saber qué hacer. Algunos revolvieron cajones y armarios. Entonces alguien vio el busto de Franco, y, en una decisión espontánea, nos lo empezamos a pasar para tirarlo por la ventana. Hicimos una cadena. Lo recuerdo perfectamente, porque me lo pasó la que por entonces era mi novia. Y yo lo pasé a la persona que tenía a mi lado. Hay quien dice que se sacó la bandera de la fachada y que también se tiró a la calle, pero sobre la puerta del Patio de Ciencias, que es donde daba el despacho del rector, no había ningún mástil. Sin embargo, no es imposible que alguien encontrara una bandera española por allí y que también la tirara por la ventana. Esto ya no lo sé. También se dijo que se colgó una cortina roja en la ventana. No lo sé. Hay también fotos con pancartas, pero yo no creo que hubiera pancartas, porque no estaba la cosa como para ir colgando pancartas. Supongo que fue un montaje de la policía para hacer las fotos que salieron en los periódicos y para cargarnos el muerto. Lo que sí sé es que tiramos el busto de Franco por la ventana. Y que eso era muy serio y que tendría consecuencias. Por eso nos largamos muy rápido de la universidad. Sorprendidos por lo que habíamos hecho. Y ya no volví a mi casa. Creo que muchos de nosotros ya no fuimos a casa, porque éramos conscientes de que aquello iba a tener repercusiones. Como, efectivamente, acabó pasando.

DIRECCIÓN GENERAL DE SEGURIDAD SERVICIO DE INFORMACIÓN BARCELONA

Asunto: COMENTARIOS Y REACCIONES SOBRE LOS SUCESOS ACAECIDOS EN LA UNIVERSIDAD

Los sucesos universitarios del día de ayer, con la irrupción violenta en el Rectorado de un grupo de activistas, que vandálicamente destrozaron parte del mobiliario, agraviaron la Bandera Nacional y la efigie del Jefe del Estado e intentaron agredir al Rector, han constituido el tema de los comentarios ciudadanos en el día de hoy. La minoría de los catedráticos afectos al Régimen, a la par que condolidos, se alegran en su fuero interno de los hechos acaecidos a unos profesores y compañeros que tanto invocaban el diálogo y la apertura y que tanto, asimismo, esperaban de esta nueva actitud. Entre los catedráticos no identificados con el Régimen.

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Autor: Eduard Márquez. Título1969. Editorial: Navona. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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