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5 poemas de Camilo Pessanha

5 poemas de Camilo Pessanha

Pese a ser uno de los mayores representantes del simbolismo en Portugal, fue un poeta sin obra hasta que se publicaron sus versos, gracias a sus amigos, en 1920. Aquí puedes leer 5 poemas de Camilo Pessanha.

Camino

Un día en el camino me encontraste
siguiendo el rastro de algo que no sé.
Con un ¡buen día! yo te saludé,
que yendo solo la jornada es grande.
Está muy lejos y hay muchos espinos!
Descansaste, también yo descansé…
y donde te acodaste me acodé,
bebiendo tú y yo del mismo vino.
Está en el monte crespo, solitario.
Corta el pie como piedra de calvario.
¡como la arena quema!… Mientras tanto
lloramos el dolor de cada uno…
y el vino en que lloraste era común.
Tuvimos que beber del mismo llanto.

Interrogación

No sé si esto es amor. Indago tu mirada,
si algún dolor me hiere, en busca de un abrigo;
y a pesar de esto nunca he pensado en morada
donde fueses feliz, y yo feliz contigo.

Por ti nunca lloré ningún ideal deshecho.
Y nunca te escribí ningún poema idílico.
Ni tras el despertar me arrimé a ti en el lecho
como a la bella esposa de ese gran cantar Bíblico.

Si eso es amarte, puede. No sé si te idealizo
tu color saludable, o ese guiño tan tierno…
Y me hace sonreír ese guiño pajizo
que me penetra bien, como este sol de invierno.

Juntos atardecemos y siempre estoy sereno,
sin temer al crepúsculo, que enerva, que provoca.
No me paro a mirar la curva de tu seno
ni me acordé jamás de besarte en la boca.

No sé si esto es amor, porque al principio es ciego…
Yo no sé qué mudanza presiente mi alma yerma …
Amor no sé si es, pero te tengo apego,
y tal vez enfermara si te supiera enferma.

A lo lejos los barcos de flores

Solo, incesante, un son de flauta llora,
viuda y grácil en la sombra serena,
perdida voz que de otras se enajena,
flecos sonoros que encubren la hora.

Está en la fiesta de destellos plena;
tan blanca, labios de carmín desflora…
Solo, incesante. un son de flauta llora,
viuda y grácil en la sombra serena.

¿Y la orquesta? ¿Y los besos? En la calle,
la noche ordena que tan sólo exista
la flauta triste… ¿Hay alguien que la asista?
¿Alguien sabe el dolor que en ella se halle?

Solo, incesante, un son de flauta llora…

Crepuscular

En el ambiente flota un rumor de quejumbre,
de deseos de amor, de ayes retenidos…
Una ternura ingrávida, punteada de balidos,
apaga su fragancia en esta pesadumbre.

Se marchitan las madreselvas en los zarzales
y el aroma que exhalan a través del espacio
se parece a esos vértigos de gozo y de cansancio
que aguantaban, nerviosas, las antiguas vestales.

Se perciben espasmos, y agonías de ave,
que son inaprehensibles, mínimas y serenas…
Tengo entre mis dos manos tus dos manos pequeñas,
y en mi mirada tengo tu mirada suave.

Ah tus dos manos blancas. por la anemia nevadas
Oh tus dos ojos llenos de suave tristeza…
Es la hora del desmayo de la naturaleza.
de esta vaga expiación del fin de las jornadas.

En un retrato

Cuando, bajo el montón cuadrangular
de tierra fresca que me ha de enterrar,

y después de ya mucho haber llovido,
cuando la hierba avance hacia el olvido,

aún, amigo, mi mirar de antaño,
cruzando el mar vendrá, sin un engaño,

a envolverte en un gesto enternecido,
como el de un pobre perro agradecido.

Traducción de Amador Palacios

Poesía en Zenda

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