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Demasiado humano

Como una piedra lanzada sobre la superficie de un lago que bote a bote se aleja mientras deja tras de sí una perturbación, una reververación inquietante que crece hasta confundirse de nuevo con el agua. Así se pasea Johan Nagel por un pequeño pueblo del norte de Noruega que, de repente, sufre importantes alteraciones en su superficie. Porque de lo que sucede más abajo poco sabemos, aunque podemos llegar a intuirlo a partir de las reflexiones del propio Nagel, que acostumbra a conducirse de manera poco previsible aunque mucho más imprevisibles serán, como veremos, sus pensamientos.

Se ha dicho que es ésta una de las novelas fundacionales de lo moderno en literatura, y así es. Aquí tenemos esa corriente de conciencia que a tan altas cimas llevó Joyce y, también, ese pesimismo existencial tan propio de los textos de Kafka. Pero tenemos, sobre todo, un individuo incomprendido que a menudo es cazado en sus propias renuncias, con las que de alguna manera intenta integrarse pero no lo consigue. Así sucede en la conversación en la que le reprochan haber denigrado al primer ministro británico cuando ahora lo defiende: “No, no fue eso lo que usted dijo en Cristiania. Criticó usted a Gladstone por su postura ante los irlandeses y Parnell, y dijo entre otras cosas que él no era ningún cerebro destacado.”

"Es el hombre del futuro que aquí Hamsun, apenas terminado el siglo XIX, nos avanza"

Nagel avanza y retrocede, hace y deshace, como el individuo de la modernidad que ya no tiene ninguna certeza y que se mueve entonces solo por impulsos. Es el hombre del futuro que aquí Hamsun, apenas terminado el siglo XIX, nos avanza. Y al que observamos en toda su angustia, su duda y su tormento. El estilo, deslumbrante, como siempre en él, se despliega evocador al servicio de una autopsia fascinante del interior de la mente de un hombre que se asoma ya al siglo XX aunque, de momento, lo haga solo él. Porque aparte de esa transformación interior, producto de la caída de todas las certezas —Dios, Patria y Rey—, se anuncia aquí la soledad del individuo por primera vez concebido como tal, es decir, despojado de los condicionantes de raza, clase y nación, que hasta ahora le han limitado y, a la vez, guiado. Pero Hamsun aquí no es pesimista —eso le tocará ya a Kafka— ni levantará un Nagel demasiado consciente de su mediocridad —como hará Joyce con Leopold Bloom— sino que lo que aquí nos ofrece es en realidad una potencia de la naturaleza que, liberada de sus restricciones, chocará, por supuesto, con su entorno, y mucho, pero lo que hará será sobre todo ser más él mismo y, por lo tanto, más feliz que nunca antes.

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Autor: Knut Hamsun. Título: Misterios. Editorial: Nórdica. Venta: Todostuslibros y Amazon.

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