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La nostalgia del Nobel

Gracias a las informaciones que da la Fundación Pública Gallega Camilo José Cela me entero de que estos días se han cumplido 33 años desde que se le concedió el Premio Nobel de Literatura a Camilo José Cela. Mientras escribo estas palabras es como si todas las letras que he leído del escritor gallego resonaran en mi interior.

Lo fundamental para mí es que cobro conciencia de que hace 33 años que a España no se le concede ningún Nobel, ni de Literatura ni de ninguna otra disciplina, si exceptuamos por supuesto el que le concedieron a Mario Vargas Llosa en 2010. Vargas Llosa es hispano-peruano, nacionalizado español, con doble nacionalidad si no me equivoco.

Es verdad que la lengua une mucho, muchísimo, aparte de otros lazos, y en 1990, tan sólo un año después que a Cela, se lo concedieron al magnífico escritor Octavio Paz, mexicano. Pero lo que me ha llamado la atención es la soledad en la que podemos decir que nos encontramos los españoles estos 33 años sin el Premio Nobel.

Yo oí, se lo escuché a Juancho Armas Marcelo, que también es un magnífico escritor, que el escritor español que más posibilidades tenía para ganarlo era Javier Marías. Me lo dijo hace unos años en una entrevista, una de las que he publicado recientemente en mis Conversaciones del siglo XXI, y se lo oí decir en una tertulia de escritores del Café Gijón.

No sé si los españoles nos merecemos durante estos años más Nobeles o menos Nobeles; lo que me llama la atención es que hayan transcurrido tantos años sin ellos.

El anterior a Cela en Literatura fue Vicente Aleixandre (1977), y antes se lo dieron a Severo Ochoa, en Medicina (1959). El Nobel es uno de los indicativos del grado de desarrollo de un país, de la importancia de un país, o yo lo he oído utilizar como indicativo. Esto significaría que la situación de España no sería muy airosa en la época actual.

En fin, soy un gran admirador de Cela desde niño, un fervoroso lector suyo; para mí, sin conocerlo, ha sido una guía, una “osa mayor”, como he escrito alguna vez, en mi vocación literaria, durante muchos años. El aniversario, el 33º aniversario, de su Premio Nobel me ha suscitado esta reflexión. Espero que sea bien recibida, no malinterpretada, y que nos sirva a los españoles como acicate para merecer muchos Nobeles en el futuro. Quizá sólo tengamos que llamar un poco la atención de la Academia Sueca.

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