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Una historia de Europa (XVI)

En menos de noventa años, entre el siglo IV y el III antes de que naciera Jesucristo, los romanos conquistaron el resto de la península italiana. Todo fue ocurriendo sin prisa pero sin pausa, con una política territorial oportunista, agresiva e implacable. Libraron guerras con todos sus vecinos, los sometieron y les impusieron su lengua, el latín. No fue fácil, claro. Aquellos romanos que se habían librado de sus reyes para instaurar una república vivieron no pocos sobresaltos, incluido el saqueo de la capital por unos bárbaros celtas conocidos como galos (los de Astérix y Obélix, pero un poquito antes) y una larga enemistad con Cartago de la que hablaremos otro día. Lo que importa ahora es que, a punto de empezar su expansión por las orillas del Mediterráneo y convertirse en dueña del mundo, creciendo en población y dinero gracias a sus conquistas, Roma se fue dotando de estructuras políticas, sociales y militares decisivas para su grandeza. Fue el tiempo (más tarde añorado y tal vez exagerado por historiadores e intelectuales romanos) de la austeridad, el trabajo y las virtudes republicanas. No había todavía un ejército profesional ni se contrataban mercenarios: el soldado era el propio ciudadano. Se dejaba el arado para combatir a los enemigos y se retornaba a él cuando llegaba la paz. La autoridad se basaba, o decía basarse, en la rectitud moral, la disciplina, la religión, el trabajo y la familia, cuya figura principal era la paterna (el paterfamilias), con imperio absoluto sobre sus componentes, incluido el derecho de vida y muerte. Las hijas vivían sometidas hasta que su papi las entregaba en matrimonio, limitándose a cambiar de dueño. La máxima autoridad política era el senado, controlado al principio por las familias patricias (patricios eran los más ricos y privilegiados, y plebe el pueblo en general), y que más tarde, con la evolución social, fue combinándose con instituciones y figuras más igualitarias. En el aspecto religioso, los romanos salieron eclécticos: tenían dioses a los que respetaban escrupulosamente (muchos de origen griego), pero no ponían pegas a adoptar los de los pueblos conquistados, con lo que llegó un momento en que su Panteón estaba hasta las trancas: tenía deidades para todos los gustos, y Petronio (un guaperas elegante de los tiempos de Nerón) llegó más tarde a chotearse diciendo que había más dioses que ciudadanos. Por lo demás, la prosperidad crecía con el comercio y los esclavos, que era mano de obra conseguida en las conquistas o vendida por los piratas. Aparecieron los equites o caballeros, clase media alta y ricachona, y el pueblo reclamó acceder a todas las magistraturas del Estado. Como nadie regala nada, no faltaron disturbios, pero se impusieron nuevos modos; y a partir de entonces, en todo lo oficial figuraron las siglas SPQR (Senatus Populusque Romanus). Se llegó así a dos figuras novedosas. Una fue la del dictador, palabra todavía desprovista de sentido negativo: un fulano serio y respetable al que se otorgaban durante seis meses todos los poderes, en momentos de grave peligro para la república, y que renunciaba al cumplir su mandato. La otra fueron los tribunos de la plebe, representantes del pueblo cuya influencia equilibró la de los cónsules (altos magistrados procedentes de la pomada dirigente), y cuyas figuras históricas acabarían influyendo, con el paso de los siglos, en el parlamentarismo británico, la Revolución Francesa y la constitución norteamericana (que ya es influir). Los tribunos más dicharacheros y famosos fueron los hermanos Graco: dos chicos de buena familia que se pusieron de parte del pueblo (populismo de clase alta mezclado con ideas sinceras) y dieron la brasa a cónsules y senadores hasta que sus enemigos, como se veía venir, les dieron las suyas y las del pulpo. El caso fue que la lucha por la igualdad, las conquistas, el comercio y otros etcéteras necesitaban garantías formales; y eso dio lugar a algo que hoy sigue vigente o influye en buena parte de la Europa actual: el Derecho romano. O sea, un conjunto de leyes que regularon comercio, libertades y obligaciones, y que se fueron sucediendo y ampliando desde mediados del siglo V a. C. De esa forma, entre pitos y flautas, y al menos hasta finalizar la segunda guerra contra Cartago, aquella cada vez más sólida y asombrosa República conoció momentos de tanto equilibrio entre cónsules, senado y pueblo, que el historiador Polibio (un griego que llegó a Roma como prisionero y se enamoró de ella hasta las cachas) llegó a escribir: Nadie, aunque sea romano, podrá decir con certeza si el sistema de gobierno es aristocrático, democrático o monárquico. Lo que para aquellos interesantes tiempos republicanos resulta una definición estupenda.

[Continuará].

____________
Publicado el 20 de noviembre de 2021 en XL Semanal.

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José
José
2 años hace

Discúlpeme, sé que no viene al caso, don Arturo, pero quería hacerle llegar esta «bonita» (más bien cruenta) historia, una batalla naval de la 2a. G.M., cerca de Australia.
Probablemente la conozca. Seguro que le gusta.

Un saludo.

https://www.aspistrategist.org.au/hmas-sydneys-unknown-sailor-identified-but-mysteries-remain/

José Pazos
2 años hace

«Los tribunos más dicharacheros y famosos fueron los hermanos Graco: dos chicos de buena familia que se pusieron de parte del pueblo (populismo de clase alta mezclado con ideas sinceras)». Me recuerda a un paisano contemporáneo que hablaba (en pasado, la palabra está autocensurada por el fulano) de castas pero al que había que retirar el adjetivo de sincero.

ricarrob
ricarrob
2 años hace
Responder a  José Pazos

Me imagino que usted se refiere, no a los gracos, sino, cambiando de época, a Robespierre y Dantón, los hermanos jacobinos, dueños del terror y fustigadores de la casta de entonces. Ya llegará a ello, espero, don Arturo. Contra la casta hasta que yo soy casta, contra la propiedad privada hasta que la poseo, contra la riqueza… de los demás. ¡Aviados estamos! (por no decir j…

Antonio Cerban Schneider

Magnifica explucacion

María Luisa Elvira Morales
María Luisa Elvira Morales
2 años hace

Excelente.

mateo casado
mateo casado
2 años hace

Estupenda narracion, don Arturo. Asi debe escribirse la historia, sin medias tintas e imparcialmente. Tendría usted que escribir también sobre la historia hispana en los Estados Unidos donde los norteamericanos son descritos como heroes y los descendientes de los españoles y aztecas como ceros a la izquierda.

ricarrob
ricarrob
2 años hace
Responder a  mateo casado

Aztecas y españoles, todos hispanos, hermanados contra la incultura del jaloguin, las jamburgruesas y los anglosajones de los c…nes. Estupendo. Deseable. Eso si.

Ricarrob
Ricarrob
2 años hace

Permítame, don Arturo, remedar una frase suya: «Nadie, aunque sea español, podrá decir con certeza si el sistema de gobierno es populista, troskista, feminista, comunista, volibariano, cubano, independentista, unionista, republicano o monárquico. Lo que para estos degradados tiempos republinecios resulta una indefinición estupenda».

pedro
pedro
2 años hace
Responder a  Ricarrob

momentos de grave peligro para la república, y que renunciaba al cumplir su mandato. La otra fueron los tribunos de la plebe, representantes del pueblo cuya influencia equilibró la de los cónsules (altos magistrados procedentes de la pomada dirigente), y cuyas figuras históricas acabarían influyendo : no he votado¡

Pedro
Pedro
2 años hace

El interregno marcaba el momento entre la elección de un rey nuevo ,entre reinos etruscos posteriormente significó desterrado . Augusto sino entre sus títulos príncipe figura que decidirá su autoridad personal .La republica instauró sus instituciones q el príncipe aunó posteriormente sus oraciones etc son dictados emanados de su autoridad personal .la burocratización e instituciones Ulpiano Gallo en una suma compendio de las normas ,casos .La historia de Roma no es romántica y si se remarca su decadencia en un sistema cerrado hasta su desaparición
La vic violencia ius derecho y la ficción jurídica

pedro
pedro
2 años hace

Y para vosotros que es muestra la vergüenza
No/ es mía ni soy yo galán de romería
Su anhelo de aquella tierra
Sino por complacer alcanza otras tierras
Tras mar sin lejanía
Por propias en su ser-vidor

bueno como es un cumple incumpliendo Arturo rey de Espadas+

Aquello que podemos ser o vivir

Es la belleza de una- la- mujer
Su hermosura ,hacerles ver
muestrar su bravura (mostrar)
Pará complacer bajo el árbol
Y otros me decían
Recordando aquella mujer
Su anhelo de aquella tierra
Que ya es pinta por envejecer
Su historia que ya es mía
Por ver su bravura
No pudiendo ser (fuero)
Caballeros de aquellas tierras
Que les hizo verme
Yo vuelvo a nacer por que
Esta historia engalanara
La bravura y ni tercia pinta
Que dejaran altos los campos
De esta tierra nm-uestra la bravura .

Maestra
Parra hermosa
Hecha con tino terrado
Que hermosas sois todas
al veros junto- todas aquí ( juntas

Y para vosotros que es muestra la vergüenza
No/ es mía ni soy yo galán de romería
Su anhelo de aquella tierra
Sino por complacer alcanza otras tierras
Tras mar sin lejanía
Por propias en su ser-vidor vivo

Es la belleza de una mujer
Su hermosura en otro
Su anhelo ,reposado de aquella tierra
Que en justas perdieron
La historia de las tierras
Transbordando ?enmendando cautivo
Y su lejanía

M.J.
2 años hace

Usted me ha hecho reír con su cita sobre la abundancia de dioses. Parafraseando ahora decimos que hay más partidos políticos y candidatos que ciudadanos!

Manuel
Manuel
6 meses hace

Aquello de «no cogerle un cañamón por el ojete» (culo diría yo) me ha recordado mi tierra y tantos dichos oídos en mi juventud que si no uso es más por si para alguien resultan ofensivos.
Un placer leerle y notar que tiene sus raices bien hundidas en la tierra donde nacio.