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Sergio Vila-Sanjuán y la tinta en vena

Sergio Vila-Sanjuán y la tinta en vena

Este artículo trata sobre la importancia que un periodista cultural ha tenido en mi carrera. La arquitectura mental de un escritor se consigue a base de lecturas y reflexiones hasta adquirir una voz narrativa propia. En mi caso, leer una antología de crónicas culturales y un ensayo sobre los best sellers constituyó una epifanía literaria, por su didactismo no deliberado y su derroche de inteligencia sin afectación. Fue tal el fogonazo que rebusqué en librerías todas las obras de ese autor, pasé tardes abducido leyendo sus textos en la hemeroteca digital de su periódico, vi en internet conferencias suyas de singular claridad expositiva y entrevistas a grandes escritores que sorprendían por su envolvente cordialidad y lucidez, y además sus apariciones en programas televisivos como Página Dos siempre desvelaban claves de la industria editorial. Me sorprendían su conocimiento espeleológico del mundo del libro y su forma de expresarse, mesurada y juiciosa. Tras habernos cruzado algunos correos, coincidí con él en una fiesta literaria de Zenda, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Congeniamos. Desde entonces, conversar con él es una de las mayores satisfacciones que me ha dado la literatura.

A estas alturas no sé si Sergio Vila-Sanjuán es un periodista que escribe libros o un escritor que publica en periódicos. Quizá esta disyuntiva sólo tenga sentido en España, un país que tiende a etiquetar, a clasificar a las personas y colgar sambenitos, a desconfiar de quienes son capaces de hacer con brillantez varias cosas a la vez, a prevenirse contra quienes se muestran originales sin necesidad de ser heterodoxos ni estridentes. El secreto de este periodista, ensayista y novelista, radica en que fue capaz de trasvasar a España lo que funcionaba en otras sociedades más avanzadas, en que se adelantó a su época sin postureos de prima donna, y en que ha sabido metabolizar el periodismo cultural en una narrativa tan elegante como su manera de ver la vida. Y es que, con ese seny tan en desuso, nos ha enseñado cómo entrevistar a escritores estrellas, nos ha desembarazado de prejuicios hacia los best sellers y ha novelado la historia de su familia con finura y embrujo. Sólo los grandes consiguen convertir su memoria en un relato generacional.

"Su dilatada trayectoria profesional en diferentes periódicos hasta recalar en La Vanguardia ha tenido como hilo conductor su vocación por el periodismo cultural"

Al ser hijo y nieto de periodistas lleva la tinta en la sangre, y su crianza entre una bien abastecida biblioteca familiar le proporcionó una temprana formación literaria y un gusto por la novela decimonónica que incidirá en su educación sentimental. Pertenece a la estirpe de críticos que descubren el talento y lo cuentan, prescriben sin imponer, comprimen el espíritu de una época en un par de folios y analizan con inteligencia la literatura consumida mayoritariamente. No por la plebe, sino por el pueblo.

Su dilatada trayectoria profesional en diferentes periódicos hasta recalar en La Vanguardia ha tenido como hilo conductor su vocación por el periodismo cultural, género que hasta hace pocas décadas era el patito feo de la prensa y lo sigue siendo de la televisión. Desde hace años dirige el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, al que ha imprimido un sello propio hasta convertirlo en una referencia en Cataluña y en el resto de España.

Su licenciatura en Historia constituyó los cimientos de su formación intelectual, algo que se aprecia en su enjundioso artículo zendiano El medievalista que citaba a Nabokov. Aunque ya estuvo a mediados de los setenta en Estados Unidos y viajó con frecuencia en la década siguiente, la concesión de la prestigiosa beca Fulbright aparejó una estancia académica en la universidad de Boston a comienzos de los 90. Ahondar en el conocimiento de los Estados Unidos y del deslumbrante orbe cultural de la costa este resultará, a mi juicio, determinante para Vila-Sanjuán, al interesarse todavía más en el fenómeno best seller y ahondar en las claves de su éxito. Precisamente fue esta faceta de análisis bestselleriano lo que me dio a conocer a fondo su obra.

En el artículo de Zenda Confieso que leo best sellers dejé constancia de la importancia que supuso en el panorama literario español la irrupción de Código best seller (2011). Este luminoso estudio de Vila-Sanjuán (que era una ampliación de lo que venía manteniendo en prensa) demostró que la narrativa de calidad no está reñida con la comercial, ayudó a quitarse las anteojeras a otros colegas y escritores y prestigió determinadas novelas consumidas a mansalva, que no han de ser por fuerza una chatarrería literaria. La solidez de este ensayo es el epítome de la obra periodística del autor, pues tras la sencillez estructural y transparencia narrativa anida una formidable elaboración intelectual. Y es que si hay autores que tienen la obcecada capacidad de hacer difícil lo fácil para esconder sus limitaciones, Vila-Sanjuán convierte en sencillo lo dificultoso, y así, su pensamiento corre a toda pastilla montado en una escritura aerodinámica, culta sin necesidad de alambicamientos.

"Este periodista es un maestro de las crónicas con sidecar, en las que su fabuloso conocimiento del mundo literario siempre viaja acompañado del escritor al que entrevista o de una de sus novelas"

Desde adolescente me ha gustado el género de la entrevista en prensa. Es una de mis debilidades. Las entradillas y descripciones del entorno donde transcurre la charla, el hábil escalonamiento de preguntas y el escaneo psicológico del protagonista me resultan fascinantes. Pues bien, Vila-Sanjuán no sólo borda este género periodístico, sino que consigue la cuadratura del círculo: dejar entre bambalinas su potente personalidad para que sea el entrevistado el que destaque. Y en sus entrevistas, artículos, reportajes, ensayos y crónicas su escritura se metamorfosea en una especie de narrador omnisciente que compendia una época, muestra los pespuntes de una sociedad y desentraña las claves de una etapa política, pues todo ello incide en la creación literaria y, además, explica por qué se escriben unas determinadas novelas que, por si fuera poco, triunfan.

Este periodista es un maestro de las crónicas con sidecar, en las que su fabuloso conocimiento del mundo literario siempre viaja acompañado del escritor al que entrevista o de una de sus novelas. Viajes de papel, claro, que son en los que nos embarcamos los letraheridos. Como ejemplo, valga la deliciosa crónica del viaje que, con su hija, hizo a Londres para asistir, en el Royal Albert Hall, a la espectacular presentación que hizo J. K. Rowling de uno de sus libros de Harry Potter, en la que la emoción por la lectura era aún mayor que la escenografía diseñada para la autora superventas.

Su libro Crónicas culturales (2004) es una antología que devoré con glotonería y terminé sin empacho. Esta obra es una asunción del modelo del nuevo periodismo americano tamizado con un cosmopolitismo europeo y aderezado con un glamuroso toque barcelonés. En sus páginas, pasamos del ambiente intelectual de la Barcelona setentera a jugosas entrevistas de afamados escritores de los ochenta y, cruzando el charco, a una brillante panorámica cultural de los Estados Unidos de los noventa. Este libro es un paradigma periodístico, pues analiza culturalmente épocas, muestra los caprichosos o rutinarios modos de vida de los artistas, sondea qué se cuece en las mentes de los creadores y transmite la pasión por la vida a través de la literatura. En Una crónica del periodismo cultural (2015) recopilará textos que abordan, con su atinado magisterio, los pioneros y cultivadores contemporáneos de este género en España, el estilo norteamericano del New Yorker, o el periodismo cultural nacido a raíz del boom literario hispanoamericano, en el que tanto tuvo que ver la Barcelona de otro tiempo.

"Estas novelas recrean las etapas históricas que les tocó vivir a sus abuelos, padres y a él mismo"

Su profundo conocimiento de la industria editorial le condujo a escribir Pasando página: Autores y editores de la España democrática (2003) y El síndrome de Frankfurt (2007), donde descubrimos cómo cohabitan el sentido artesanal y romántico de la edición con emporios editoriales, los secretos de los escritores de ventas estratosféricas y el planetario de agentes literarias (es un mundo femenino). Su olfato le hizo anticiparse al bombazo mundial de lo que supondría la trilogía de Carlos Ruiz Zafón iniciada con La sombra del viento, pues en un momento crucial para la supervivencia comercial del libro recomendó su lectura en Cultura/s, y ha entrevistado a fenómenos literarios internacionales como Harold Robbins, Ken Follett, John Grisham, Paul Auster o Arturo Pérez-Reverte.
Su llegada a la novela no fue una irrupción ni un desembarco, sino la evolución natural de quien hacía gala de un evidente pulso literario. Y llegó a ella en la madurez, la etapa ideal para quien acumula memoria, recorrido vivencial, técnica, un caudal de lecturas y posee una voz narrativa propia. Lo hizo con esa naturalidad marca de la casa que consigue captar la atención del público sin alardes.

Su primera novela, Una heredera de Barcelona (Destino, 2010), estaba llamada a ser la primera de una trilogía cuyos personajes, escenarios y situaciones proceden de su memoria familiar y personal, enclavada en la burguesía catalana. La segunda, Estaba en el aire (Destino, 2013), obtuvo el premio Nadal, y la última, El informe Casabona (Destino, 2017), cierra esta saga en tres actos. Estas novelas recrean las etapas históricas que les tocó vivir a sus abuelos, padres y a él mismo, y más aún por encima de una estructura que funciona como un mecano o de una escritura absorbente, destacaría la carnalidad y poderío de los personajes, entre los que sobresalen la tía Mery (El informe Casabona) por su rotundidad literaria y lucidez y por el evidente cariño con el que fue creada dicha mujer valiente y generosa.

Y ahora, antes de hablar de su último libro, quiero evocar la Barcelona que conocí en la Transición, de niño, después de un viaje en tren nocturno. A mi padre lo habían destinado allí tras ganar las oposiciones, y durante los meses que viví en la ciudad aprendí a quererla. Y como mi editorial es barcelonesa, cada vez que la he visitado en los últimos años, vuelvo a pasear encandilado por la ciudad, no tanto enardecido contra quienes hostigan todo lo que representa España, sino emocionado y agradecido hacia quienes sienten que lo catalán es una forma más de españolidad.

"Otra Cataluña es un valiente y oportuno libro que defiende que la literatura de autores catalanes es tan española ya esté escrita en catalán o en español"

Otra Cataluña (2018) tiene un subtítulo que constituye una declaración de intenciones: Seis siglos de cultura catalana en castellano. Es un valiente y oportuno libro que defiende que la literatura de autores catalanes es tan española ya esté escrita en catalán o en español. Este ensayo, que bien podría haber tenido el formato académico de una tesis doctoral por su amplitud de estudio, rigor y originales conclusiones, adopta deliberadamente una narrativa asequible para el lector medio para conseguir el impacto intelectual que pretende, algo logrado en primera instancia debido a la repercusión mediática alcanzada. Vila-Sanjuán, en un apasionante recorrido desde la Baja Edad Media hasta nuestros días, desgrana los numerosos ejemplos de grandes escritores catalanes que han querido expresarse en lengua castellana sin que eso signifique renunciar a la catalanidad. En la tercera parte, los largos capítulos Bajo el franquismo (1940-1975) y Una cultura en democracia (1976-2018) me han gustado especialmente por sus planteamientos, y entre los escritores consignados quiero destacar la rompedora figura de Terenci Moix, sintetizada de una manera tan brillante como se merecía quien catapultó la novela histórica en España con su premio Planeta No digas que fue un sueño.

Hay periodistas culturales y críticos que se encuentran a gusto en lo underground y otros, como este ilustrado barcelonés de modales exquisitos y aspecto de haber salido de un lienzo de burgueses de Rembrandt, que se desenvuelven con soltura en los círculos de la alta cultura, en multitudinarias ferias del libro, en entrevistas con vacas sagradas literarias y en charlas con los autores que más venden. Y todo lo hace con la compostura de quien va a un concierto al Liceo.

Es miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, y ojalá quienes lo admiramos no tardemos mucho en verlo de frac pronunciando el discurso de ingreso en la academia que limpia, fija y da esplendor al idioma que él tanto ama. Y en el que escribe con elegancia.

Pues ni adrede podría hacerlo de otra manera.

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