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Una historia de Europa (LXXII)

La España del siglo XVII no fue el mejor lugar del mundo. La expulsión de los moriscos (que muchos creían necesaria para la unidad religiosa y para alejar el peligro de su complicidad con los corsarios musulmanes) emputeció aún más el paisaje, haciendo desaparecer la poca industria manual que nos quedaba, excepto en algunas zonas de Galicia y la cornisa cantábrica. También, de paso, lo puso aún más fácil a la leyenda negra de los españoles crueles, fanáticos, arrogantes y sin nada que aportar al mundo, alentada por los enemigos a los que la todavía gran potencia internacional tocaba el trigémino. Pero esa imagen era falsa, porque España, pese a las limitaciones impuestas por la Contrarreforma, seguía influyendo en el pensamiento intelectual de Europa. La ciencia y la cultura griega y oriental habían sido traducidas aquí de textos árabes y hebreos, el mecenazgo de la monarquía alumbraba obras artísticas inmortales, la actividad de las universidades se extendía a América, los jesuitas combinaban con eficacia ciencia, política y religión, los escritos de los navegantes españoles eran solicitadísimos por sus competidores ingleses y holandeses, las tácticas de los tercios revolucionaban el arte militar, y el Quijote de Cervantes era un pelotazo internacional. Incluso el matrimonio del gabacho Luis XIII con Ana de Austria había puesto lo hispano de moda en las simbólicas portadas del Hola de la época, con vestidos, maneras y costumbres cispirenaicas. Sin embargo, pese a eso y más, los propios indígenas hicimos cuanto pudimos por confirmar la mala reputación pregonada por los innumerables cabroncetes enemigos. Exhausta de guerras y esfuerzos, España se apagaba (Yace aquella virtud desaliñada / que fue, si rica menos, más temida / en vanidad y sueño sepultada, escribió amargo y genial Francisco de Quevedo). Mientras la monarquía y la nobleza vivían en un lujo basado en la corrupción y en acribillar a impuestos a quien trabajaba y tenía un maravedí en el bolsillo, el pueblo casi ocioso, rezando en el interior de las iglesias o mendigando a la puerta de ellas, se buscaba la vida como podía, y al Estado se lo consideraba única fuente de riqueza de la que todos esperaban sacar algo sin contribuir con su trabajo, como señaló el historiador Eduardo Ibarra. Sin embargo, España siempre tuvo algo de paradoja tragicómica, y en este caso no sería menos. El empobrecimiento y la decadencia social tuvieron como consecuencia (y ahí está la guasa del asunto) un esplendor asombroso: un Siglo de Oro (entre 1580, con las primeras obras de Lope de Vega, y 1681, con la muerte de Calderón de la Barca) que acabó por influir muchísimo en la cultura de Europa. Como el trabajo manual se consideraba en España deshonroso y la Inquisición entorpecía la ciencia y la filosofía política, la inteligencia española se centró en la observación de la vida cotidiana y la sátira social, alumbrando creaciones extraordinarias. El maltratado hidalgo cervantino había desbrozado el camino; y tras él, desgarrados, ocurrentes y sarcásticos, se lanzaron los mayores ingenios de aquel tiempo. El héroe popular ya no era el paladín andante de los libros de caballerías, sino el antihéroe desencantado y pícaro que vivía de engañar al prójimo, en novelas geniales como el Lazarillo de TormesGuzmán de Alfarache, Marcos de Obregón, el Buscón de Quevedo y otras escritas por peña de singular talento, cuya lectura permite penetrar hasta el hueso, con exactitud y precisión documental, el momento y las gentes. Ninguna sociedad se retrató nunca como los españoles de entonces a sí mismos. Las letras llevaron a los libros lo que realmente había en la calle: el estudiante pícaro, el hidalgo pobre, el cura, el mendigo, la mujer audaz, la beata, los criados desleales, el ladrón sin escrúpulos, el soldado fanfarrón o el espadachín a sueldo (de todo eso nació el capitán Alatriste). Los mismos personajes protagonizaron un relumbrar del género teatral que no tiene igual en la historia de la cultura europea: las tramas y recursos de Lope, Tirso, Calderón y tantos otros, traducidos a todas las lenguas cultas, llenaron de público entusiasta los teatros y fueron imitados por los más destacados autores guiris (Corneille y Molière se los apropiaron por la cara), hasta el punto de que Alejandro Dumas (con Los tres mosqueteros), Rostand (Cyrano de Bergerac) y otros compadres del plumífero oficio basarían luego sus obras en la tradición de los espadachines teatrales y novelescos españoles, del mismo modo que la novela viajera y picaresca hispana influyó en narradores anglosajones como Smollett, Sterne, Fielding y Dickens. O sea, vamos. Decadencia, sí; para qué negarlo. Pero según y cómo, oigan. Y no tanto como nos cuentan.

[Continuará].

____________

Publicado el 26 de enero de 2024 en XL Semanal.

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Ricarrob
Ricarrob
2 meses hace

Todo es cíclico, todo se repite. O bien todo vuelve o quizás nunca se ha ido del todo. Me refiero a la picaresca, símbolo de una sociedad decadente. Porque el completo mundo de la picaresca se da en nuestra política actual. Porque hoy, igual que entonces, todo el que considera el trabajo como deshonroso se dedica a la política (o a ser influencer). Y son tantos que ya no caben. Y se crean de forma fabril comisiones y subcomisiones, departamentitos y departamentazos, secretarías y subsecretarías, ministerios múltiples, mamandurrias a mogollón.

Y se conceden contratos, prebendas, subvenciones. Se contratan informes que no informan de nada, se encargan estudios que nada estudian ni resuelven. Todo a precio de oro. Y todo ello se hace a amigos, amiguetes y amiguitos, a familiares y vecinos.

El pícaro que engaña, que miente, robando al ciego el queso y el vino. Triste paisaje el que tenemos. Por ello, alguna satisfacción sentimos todos, no lo nieguen, cuando el pícaro recibe un cascarulazo en la cabeza, debajo de la jarra de vino agujereada, tan agujereada como está nuestra justicia (y bastantes más cosas). No me refiero a nada concreto que sea reciente, ¿o sí?

Agujero abajo, se escapa el vino, se escapa la ley, se escapa la justicia… después que nos hayan comido el queso.

Recorran, enumeren ustedes, recorran los personajes picarescos que nombra don Arturo. Todos ellos tienen su representación actual. Piénsenlo. Hasta las beatas. Porque, no me digan que las feministas extremas (no me refiero a las de verdad), no representan a esa beatería fanática y doctrinaria de pam, pim, pum. Y dos personajes únicos que se repiten hoy: el bachiller trapaza y la garduña de Sevilla. Sean ustedes tan amables, identifíquenlos, por favor.

Siglo XVII, virtud desaliñada y picaresca desenfrenada. Siglo XXI, sin virtud y sin ley. Nos quedan las letras. Igual que entonces, la literatura es el refugio y quizás lleva gestándose una nueva época de oro de las letras. Autores tenemos. Muchos.

Saludos.

Basurillas
Basurillas
2 meses hace
Responder a  Ricarrob

Buenas tardes, señor Ricarrob. Magnífica su descripción de la picaresca en la actualidad, en sus floridas y numerosas vertientes, en especial la política. Con su acertijo:»dos personajes únicos que se repiten hoy: el bachiller trapaza y la garduña de Sevilla. Sean ustedes tan amables, identifíquenlos, por favor», me ha dejado usted dudoso y pensativo. Así como no albergo duda alguna del nombre y apellidos de quien hoy en nuestra vida social y política encarnaría al bachiller Trapaza, la duda se me presenta ante quien debe encumbrarse en el papel de la garduña de Sevilla. Por una parte se me representa para el caso una señora rubia teñida, creo, lejos y cerca al mismo tiempo de fenecer; y para el mismo teatro se me viene también a la memoria una señora morena, residiendo actualmente en la sierra capitalina, en un lugar que tiene a gala la existencia de numerosas viviendas con inmejorable presencia y factura, las viviendas se entiende. Una ayudita por favor para identificar a la protagonista actual de la obra teatral de Solórzano y conciliar rapidamente el sueño esta noche. Gracias y un abrazo con vino y queso de manjar.

Ricarrob
Ricarrob
2 meses hace
Responder a  Basurillas

Duerma usted bien sr. B. ha acertado usted, creo, a la primera. Para completar la imagen, sin dar nombre, remedar un tanto a Góngora: érase una mujer a una nariz pegada, érase una nariz sayón y escriba…

La segunda también es candidata (o lo fue) a garduña pero está ya en horas bajas.

El caso es que el animalito, un mustélido, me refiero a la garduña, claro, es un depredador nocturno un tanto simpático. Mis disculpas hacia él.

El Lazarillo es la cúspide, quizàs, del género. Pero, efectivamente no hay que dejar de leer a Solorzano, a Cervantes con su Rinconete y Cortadillo (por cierto, otra parejita de nuestra política, me refiero a la pareja de hecho Sánchezdemont), a Mateo Alemán, etc. No hay que dejar de leerlos si se quiere entender nuestra actual política. Como entender el actual gobierno como «el patio de Monipodio». Creo que está fácil quien es Monipodio…

Por cierto, Solorzano también escribió una obra representativa hoy: «La niña de los embustes». Se deberían publicar extractos y promover las lecturas de todas estas obras en Zenda. Tendría ello un efecto insospechado en la intención de voto.

¡Triste España que sigue en el XXI con personajes del XVII!

Un abrazo sr. B.

Ricarrob
Ricarrob
2 meses hace
Responder a  Basurillas

Lo siento, me he dejado una observación.

Dejemos de llamar y explicar todo esto como posverdad, relativismo, posmodernidad, relato, etc. Llamémoslo por su nombre: PICARESCA. Y con mayúsculas.

Basurillas
Basurillas
2 meses hace

Lo que entonces se llamaba picaresca no es hoy más que un hurtillo del tres al cuarto casi chistoso y moralizante. Además, como en otras muchas cosas, fuimos unos adelantados a los tiempos. Hoy, normalmente con nombre anglosajón rimbombante por delante, los medios de comunicación, los bancos y las Fuerzas de Seguridad no paran de informar diariamente de timos, estafas y fraudes por teléfono, por ordenador y por todos los mecanismos y formas que se puedan imaginar. Ello nos debe hacer pensar que lo del «siglo de oro», además de aludir a una etapa gloriosa de nuestras artes y letras, también se debía referir al principio del término de la especulación de la bondad cristiana y de la moral y ética escolástica. Ya entonces el interés general por conseguir el vil metal que estaba asolando Europa, amparado en nuevas y utilitaristas corrientes religiosas, se encontraba en auge en nuestras calles, tanto en las clases altas como en las de baja alcurnia de la población. Hoy podemos decir sin temor a equivocarnos que la picaresca basada en el chisme (información privilegiada) la mentira (programas electorales contrarios a la verdadera política de los partidos) el fraude (cambio de votos por favores de todo tipo) y la simulación interesada (puertas giratorias entre el poder político y el económico) conforma nuestra sociedad de arriba a abajo. Nuestro gran problema ha sido siempre que quien, desde los altos puestos de autoridad del país, debía de dar ejemplo de honestidad, ética, eficiencia y moderación económica ha hecho precisamente lo contrario. No carguemos las culpas en quien sólo roba gallinas para su subsistencia.

Ricarrob
Ricarrob
2 meses hace
Responder a  Basurillas

Razón lleva usted sr. B. ¡Pobre ladrón de gallinas tan denostado siempre! Los ladrones verdaderos se encuentran en altas torres con helipuerto. Las hipotecas con clausulas suelo no las diseñan los ladrones de gallinas. Ni los productos financieros, los garantizados, diseñados para robar los ahorros de miles de jubilados. Y los grandes inversores de opciones y futuros (que deberían estar prohibidos) que dejan en la miseria a agricultores de todo el mundo, robándoles hasta su subsistencia.

Y los políticos. Corruptos hasta la médula. Venden al país, venden la justicia, venden la ley, venden a las fuerzas de seguridad y venden hasta a su progenitora si se tercia. Luego todo lo justifican con que la verdad es relativa e interpretable, la posverdad, e inventan relatos que todo lo maquillen. Por lo menos, en el XVII, la mentira y el engaño eran evidentes y el pan era pan y el vino, vino. Pero, mientras haya gilipoyas que siendo de día les convenzan que es de noche…

Un abrazo.

Francisco Brun
2 meses hace
Responder a  Ricarrob

Debo decir señor Ricarrob y señor Basurillas que siempre comparto su visión de vuestro país, que en lo malo es similar al mío. No obstante ayer mismo ocurrió el Congreso de la Nación Argentina algo significativo. Nuestro presidente Milei es débil, y presentó en el congreso su primer Decreto de necesidad de urgencia pretendiendo cambiar el país como quien dobla una media; pero para lograr esto no cuenta con los votos necesarios; no obstante, gracias a bloques de la oposición, los denominados dialoguistas, con varios cambios, logró que se aprobara. Quiero decir con esto que en la política Argentina aún existen hombres y mujeres que protegen a la democracia. Seguramente la historia recordará a estos diputados, quizás solo al pie de página; pero estas personas son para mí las que merecen ser recordadas por sus honorabilidad, condición esta que no abunda, me animo a decir en el amplio mundo.
Estos actos, que seguramente pasan desapercibidos, son las reservas que aún nos queda para que un pueblo como el Argentino, el cual se encuentra en una situación crítica, pueda ponerse de pie.
Es curioso mi pueblo, en forma individual conseguimos ser personas destacadas, sin ir más lejos nuestro actual Papa Francisco; pero no logramos conseguir eso que para realizar un hormigón se denomina el aglutinante, como lo es el cemento. Pareciera que nuestra arena, y nuestra piedra siempre están sueltas, sin poder consolidarse en una República.
Les aseguro estimados amigos, que me gustaría poder llegar a ver a mi Argentina, no digo ni siquiera poderosa, me conformo que logre tener familias fuertes, sanas, felices, y con proyectos; para que los jóvenes dispersos por el mundo puedan regresar confiados aquí, a su lugar, junto a su familia y consolidar ellos su propia familias.

Cordial saludo

Basurillas
Basurillas
2 meses hace
Responder a  Francisco Brun

Buenos días. Deseo fervientemente, Sr. Brun, que su ilusión sea recompensada y sus deseos de mejora para su país satisfechos. Si le puedo asegurar que su nuevo gobierno es objeto de atención esperanzada por aquí.

Franz. J.
Franz. J.
2 meses hace

Por desgracia, para los europeos del sur el tema de la picaresca sigue vivo. Particularmente uno se da cuenta de ello cuando vive fuera del país. Y en esas seguimos dadas las circustacias actuales. Y peor que se puede poner la situación. Es entonces, cuando la picaresca deriva en algo peor: crimen organizado, corrupción y robo a manos llenas, tambien desde la cúpula gobernante, con total impunidad. En definitiva, cuando la picaresca se convierte en algo cotidiano, la nación está condenada a la miseria. Lo tengo comprobado porque en el pais donde vivo, ser pícaro es indigno y está muy mal visto. Robar (da igual un bolígrafo o 600 millones de euros) es una deshonra.

Excelente y breve artículo sobre «El Siglo de Oro» Don Arturo.

Franz. J.
Franz. J.
2 meses hace

Nunca me interesó la poesía, pero de aquel siglo de oro de la letras tuve la suerte de leer el que para mí es el más hermoso y trágico poema (soneto) que jamás haya leído sobre nuestro país:
«Miré los muros de la patría mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía…».
Seguro que lo conocen. Durante unos minutos como adolescente, aquellos versos me dejaron durante unos minutos noqueado. Y ahora a mi edad aún cobran más fuerza y significado. Eterno Don Francisco de Quevedo.

David Sepúlveda Pérez
David Sepúlveda Pérez
2 meses hace

¿Y la Lozana Andaluza? En todas partes y en todas las épocas, por supuesto.

Francisco Brun
2 meses hace

“Yace aquella virtud desaliñada / que fue, si rica menos, más temida / en vanidad y sueño sepultada”

“Mientras la monarquía y la nobleza vivían en un lujo basado en la corrupción y en acribillar a impuestos a quién trabajaba y tenía un maravedí en el bolsillo, el pueblo casi ocioso, rezando en el interior de las iglesias o mendigando a la puerta de ellas, se buscaba la vida como podía, y al Estado se lo consideraba única fuente de riqueza de la que todos esperaban sacar algo sin contribuir con su trabajo”

En estos dos textos, bien puedo decir que son un espejo de mi actual Argentina. Solo es necesario cambiar: “Monarquía y nobleza” por “dirigencia política”; y “maravedí” por “peso”.
Excelente como siempre señor Pérez Reverte, su amena e instructiva lección de historia.
Se me ocurre decir que a pesar de todo, los pueblos pueden mejorar, a tropezones, golpes y contusiones, pero pueden mejorar. Y permítanme decir también que los escritores influyen notoriamente para que más tarde o más temprano esos cambios ocurran.

Cordial saludo

Victorino
Victorino
2 meses hace

El artículo me gusta. Pero el escritor como persona no me gusta nada. Y eso que copia muy bien los diferentes episodios de la historia de España.

José Manuel
José Manuel
2 meses hace

Ojo a la cronología: nuestro Siglo de Oro comienza en 1492 y dura casi doscientos años. No tendría sentido dejar fuera la primera gramática que existió, de Nebrija. Tampoco podríamos olvidarnos del heroico y enamorado Garcilaso, muerto en batalla en 1536. Por no mencionar que la primera novela picaresca, el Lazarillo, se publica en los años cincuenta del siglo XVI, si no antes…

Por lo demás, Pérez-Reverte sigue igual de excelso y necesario para nuestras letras y nuestra historia.

Nicolás Mogollón
Nicolás Mogollón
1 mes hace

Eso de vivir del estado sin trabajar no sólo es español y de sus colonias. No por nada el Gabacho economista Frederic Bastiat escribió por allá en los 1800s»Todos quieren vivir a expensas del Estado. Se les olvida que el Estado quiere vivir a expensas de todos»

Rosa lucas
Rosa lucas
1 mes hace

El español da para mucho,podemos tener el humor negro de los ingleses hasta el fanfarrón mexicano