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Una historia de Europa (CIV)

Todo parecía establecido sólidamente y destinado a durar, y el mismo Estado aparecía como garantía suprema de esa duración… Así describía el austríaco Stefan Zweig (judío, para más inri) en El mundo de ayer la Europa con que dio comienzo el siglo XX, y que durante la primera mitad de ese siglo se vería destrozada por dos guerras mundiales y una revolución de las de agárrate que vienen curvas. Pero a todo se llegó como llegan las cosas del querer, poquito a poco, sin que nadie mire las lecciones del pasado ni aprenda de ellas, porque es más fácil y optimista mirar hacia delante; y luego, cuando todo se va a tomar por saco, la peña se queda con cara de idiota preguntándose cómo diablos pudo ocurrir aquello para lo que llevaba todas las papeletas. Pero lo que pasa es que los aguafiestas que ven venir el nublado incomodan mucho, se les ignora o tapa la boca para que no calienten el champaña, y se aplaude a los tontos, a los irresponsables y a los sinvergüenzas que dicen tenerlo todo bajo control. Y la verdad es que bajo control estaba Europa en el albor de aquella vigésima centuria después de Cristo (o más bien parecía estarlo). Había una veintena de estados en el continente, grandes y chicos, pero en realidad sólo cinco dominaban el cotarro, todos con una vitola más o menos imperial: Gran Bretaña y Francia como democracias con extensas posesiones coloniales, Rusia y Austro-Hungría como monarquías totalitarias y multiétnicas, y Alemania (último llegado al reparto, pero reclamando su parte con mucha chulería), como joven y vigoroso competidor en pleno crecimiento militar y económico. En cuanto al otro imperio no europeo pero con un pie en Europa, el turco, muy influyente en el pasado, se hallaba en decadencia y franco retroceso, y pronto iba a verse aún más puteado por las guerras de independencia en los Balcanes. El caso es que el Viejo Continente, al menos en su parte más acomodada, estaba que se salía de guapo y marchoso, de moda en el mundo; y todos, hasta los crecientes Estados Unidos al otro lado del Atlántico, receptores de una inmigración que huía de la opresión y la miseria (13,5 millones de europeos pasaron por Ellis Island entre 1901 y 1915), imitaban sus gustos y maneras. Existía una especie de complejo de superioridad flamenca en industria, negocio, cultura y dinero, y también una excesiva arrogancia internacional en la búsqueda de prestigio y materias primas que llevó a conflictos exteriores de los llamados de baja intensidad (guerra de los Boers, crisis de Agadir, Marruecos); pero el caso es que nadie cuestionaba, de momento, lo que parecía fundamental: Europa era la perfección, el no va más de la modernidad y el progreso, la pera limonera. De todas formas, a medida que crecían y se consolidaban en lo suyo, por muchos valses que bailaran entre sí, las grandes potencias iban mirándose de reojo, por aquello de si vis pacem, para bellum (sobre esa época permítanme recomendarles, Stefan Zweig aparte, la serie de televisión Reilly, as de espías, la novela El enigma de las arenas o el excelente ensayo Sonámbulos de Christopher Clark). Y, bueno. Entre abrazos y suspicacias, con mucho diplomático paripé de por medio, las rivalidades imperiales ocultas o manifiestas terminaron propiciando la formación de dos grandes bloques políticos y militares: ingleses, franceses y rusos de una parte, y austrohúngaros y alemanes de la otra. Había además un elemento que, aunque ya había tenido tristes consecuencias en el pasado, iba a tenerlas mayores y más graves en el futuro, hasta alcanzar a lo bestia, tres o cuatro décadas después, dimensiones de tragedia y horror inimaginables. Me refiero, claro, al antisemitismo; que después de los antiguos tiempos inquisitoriales (España, a la que la Leyenda Negra atribuye en exclusiva el marrón, fue sólo uno más de los muchos responsables europeos) tenía un sangriento y reciente currículum con los pogroms que, a la caza de judíos, se habían sucedido en el imperio ruso durante el siglo XIX, especialmente en Polonia, Ucrania y Moldavia. Ahora, debido entre otras cosas a la actividad comercial e industrial y a la influencia de familias acomodadas y banqueros de origen judío en los negocios internacionales, el sentimiento de odio se iba extendiendo como un virus maligno por toda Europa: Francia vivió con pasión el vergonzoso asunto Dreyfus, y el alcalde de Viena, Karl Lueger, capitaneó un partido cristiano-social caracterizado por un antisemitismo feroz. Todo eso condujo al periodista de origen húngaro Theodor Herzl a proponer la idea de un estado sionista en un libro famoso, El estado judío (1896), que iba a traer mucha cola. Y que un siglo y pico después la sigue trayendo todavía.

[Continuará].

____________

Publicado el 25 de abril de 2025 en XL Semanal.

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17 ddís hace

Zweig no soporta ya más la deriva de todos aquellos años y, habiendo tenido que escapar de Austria y de los nazis por los pelos, decide poner fin a su vida. Antes de ello nos regaló al mundo esta gran obra testimonio que es “El mundo de ayer”.

Leerla es adentrarse en aquellos años previos a los desastres y vivir la inconsciencia de lo que se avecinaba en las gentes del común. Es una obra llena de enseñanzas hacia el futuro. Aunque poco se pueda hacer, hay que estar siempre vigilantes ante los abismos a que nos pueden llevar los necios e irresponsables que nos gobiernan. Repasen ustedes a los protagonistas de la élite del poder europeos: incapaces, geriátricos, cretinos… hay de todo menos fina inteligencia y sensatez. Me refiero a la de aquellos años… o no…

Intereses, egoísmos, odios, ambición, soberbia y, sobre todo, estupidez. Y, por debajo, como siempre, las ideologías fanáticas socavándolo todo, los manipuladores de masas, los jacobinos de siempre, los perroflautas. Me refiero, por supuesto a aquellos años… o no…

¿En qué se diferencia este panorama previo, al que tenemos hoy?

Las palabras de don Arturo en sus artículos muchas veces son premonitorias: “… se aplaude a los tontos, a los irresponsables y a los sinvergüenzas que dicen tenerlo todo bajo control”. Cuando esto escribió fue antes de que nos quedáramos todos a oscuras. Todo bajo control. Con la edad que tengo, cuando leo u oigo estas palabras… me echo a temblar. Me pregunto siempre que va a pasar próximamente. Por favor, echémonos todos a temblar cuando escuchemos eso de: En España nunca va a pasar… … …

Leer la historia, leer los testimonios de intelectuales como Zweig, aprender del pasado y reflexionar. Hoy la gente es menos analfabeta pero no menos ignorante que entonces, se puede votar. Se puede elegir. La cabeza está para pensar no sólo para peinarse. Quizás sea una utopía pero, que no tengamos que decir o escuchar las palabras de don Arturo: “… cuando todo se va a tomar por saco, la peña se queda con cara de idiota preguntándose cómo diablos pudo ocurrir aquello para lo que llevaba todas las papeletas”.

Hoy, en toda España, a todos se nos ha quedado la cara de idiotas… menos a unos pocos descerebrados, incompetentes, corruptos, pesebristas e irresponsables. Y, bueno, al contrario que en el resto de Europa, aquí nunca dimite nadie.

Saludos a todos.

Aguijón
Aguijón
17 ddís hace

La farsa del sionismo

Es eso del sionismo
Una farsa incongruente,
Tacha de antisemitismo *
A todo lo que disiente.

*( Y eso es algo muy falaz,
Primero porque semitas,
Sin ser judios, son más,
Y, luego, porque hay judíos
Que de semitas nanay)

Vestir de razas el mundo
Es algo tan miserable
Que llamarlo nauseabundo
Sería casi alabarle.

Los judíos sólo fueron,
Dentro de la sociedad,
Otras costumbres y fueros,
Otra forma de rezar.

Tan iguales los sujetos
Que, para diferenciarlos
Y que viviesen en guetos,
Se tenía que marcarlos.

Eso pasó en Alemania,
En Francia o en Sefarad,
Pues de haber sido en Tailandia
No habría hecho falta allá.

Por tanto, esos judíos,
Eran tipos europeos
Que rezaban escondidos
Si los tiempos no eran buenos.

Y, como hijos de Europa,
Su lugar es aquí mismo,
Sólo hay que lavar la ropa
Cuando apeste ya a racismo.**

**(Hoy los fieles a Sabino,
O al fantoche de Prat,
Practican falso “buenismo”
Y falta de dignidad.

Siendo unos supremacistas
Suelen ir de “buena gente”…
Diciendo ser “sionistas”,
“Inclusivos” e “incluyentes”.)

Todo esto no es óbice,
Rémora ni cortapisa
De que Israel se defienda
Si se permite que exista.***

***(Si las naciones unidas
Confirmaron su existencia
En justa contrapartida
Habrá que tomar conciencia)

Eduardo
Eduardo
17 ddís hace

Don Arturo, como siempre, dando en la tecla. Mi abuela, nacida en Lituania en 1906, refugiada en Odessa de 1914 a 1922, trabajadora en Alemania de 1923 a 1930 y luego huida a Sudamerica me relataba exactamente lo mismo ” los banqueros obligaron a los torpes lideres europeos a contrariar al Presidente Wilson y asi cobrarle a Alemania las reparaciones de guerra de modo de poder pagar a su vez a los bancos de EEUU la deuda de guerra. Y asi surgio el nazismo y se fue todo al carajo (exterminio de nuestra familia en Europa incluido)”

Juan Carlos Cuesta Maggiolo
Juan Carlos Cuesta Maggiolo
16 ddís hace

Cuando públicas una recopilacion de todos estos excelentes articulos.
Saludos

Nacho
Nacho
16 ddís hace

Me sumo a la petición de Juan Carlos Cuesta, una recopilación Arturo. Saludos

David Sepúlveda Pérez
David Sepúlveda Pérez
15 ddís hace

“¡Cuando lo termine!”, como respondió Charlton Heston a Rex Harrison (porque no creo que los verdaderos Miguel Angel y Julio II se trataran así). Tal como lo hizo con su “Una Historia de España”.

Última edición 15 ddís hace por David Sepúlveda Pérez
Francisco Brun
16 ddís hace

Creo yo que en todo el mundo actual, como en el de ayer, existen dos universos paralelos. Uno es el de las personas que viven como se puede, peleando por el sustento, estudiando para ser alguien, fundando familias, realizando trabajos ingratos, rudos o sin prestigio, artistas o soñadores que piensan que el mundo puede ser mejor, o los que sostienen que jamás lo será. Es decir, son personas en las que me incluyo, vivimos en sociedades cada vez más complejas, en donde ya no sabemos si mañana saldrá el sol, o comenzará una noche eterna.
Y el otro universo es el de los poderosos, que individualmente, son iguales a nosotros, son los que creen que sus órdenes se deben de respetar a rajatabla, del mismo modo que sus ideas, las que no se puden cuestionar porque en ellos anida la sabiduría y la razón de toda la humanidad. Estos individuos con su arrogancia han distorsionado nuestras vidas, a tal punto que no sabemos qué es mejor, si pelear contra la corriente o dejarnos arrastrar sin oponer resistencia.
Ese universo paralelo está compuesto por una intrincada red de nauseabundos túneles secretos que conectan países, políticos, empresarios, mafias, corruptos, dictadores, asesinos, estafadores de guante blanco, y comerciantes de almas. En ese universo, todo está permitido, no existen leyes, normas, ni principios.
Pero además se suma a esta podredumbre, que sus integrantes se disfrazan de correctos, y nosotros debemos de aceptarlos sin reproches, agachar la cabeza ante su paso majestuoso como si fueran emperadores. En realidad son emperadores, emperadores del mal, son siniestros personajes capaces de exterminar a millones de personas, si es su voluntad o agrado. Estos tipos, creen ser los dueños de nuestras vidas. Una de las herramientas que mejor utilizan es el terror, son terroristas inescrupulosos que se benefician del miedo, son comerciantes del miedo, lo fomentan para su beneficio porque el miedo disciplina.
Son los que han construido el peor de los castigos, ejércitos de ignorantes, hombres y mujeres que no saben ganarse su sustento, que están a expensas de comer de la basura o de alguna mano piadosa.
Ese mundo paralelo al que me refiero está ganando la partida.
Muchos ya ni siquiera usan careta, lo hacen con total impunidad, ni siquiera pierden el tiempo en cuidar las formas.
Las pruebas de lo que digo son tan evidentes, que ahora misma se mata y tortura gente solo para demostrar que el poder de estos crapulas es infinito.

Aguijón
Aguijón
15 ddís hace
Responder a  Francisco Brun

Sabemos que saldrá el sol, lo que no sabemos es si nos permitirán usar la electricidad… Por lo menos en España.
Un saludo.

quiensabe
quiensabe
14 ddís hace

A las recomendaciones anotadas en el artículo habría que añadir La marcha de Radetzky, de Joseph Roth, amigo de Zweig; podrían incluir también La cripta de los capuchinos, su continuación. Ambos, Zweig y Roth, describen un mundo organizado, más bien jerarquizado, con el emperador en la cúspide. Ambos lo echan de menos, pero son dos personas privilegiadas que pudieron acudir a la universidad, lujo, incluso en el imperio austro-húngaro, reservado a unos pocos. ¡Qué bien vivíamos cuando todos sabíamos desde la cuna cuál era nuestro lugar en la sociedad! Ellos, Zweig y Roth, en una posición alta; la mayoría, a sobrevivir.

Frank
Frank
10 ddís hace

Maestro, Ud es un artífice de la pluma, cuenta la historia como un cuento lleno de humor y relevancia, sos el mejor. Bendiciones