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Una historia de Europa (CXIV)

Y llegamos así al fin, señoras y señores, al fascismo: esa palabra de la que tanto se abusa hoy por parte de quienes no tienen ni puta idea de qué fue realmente el fascismo. Un invento, ése, como la propia palabra indica (del latín fascis, que significa haz o manojo y también insignia consular de la antigua Roma), tan italiano como los bolsos Gucci, los coches Ferrari y las máquinas de escribir Olivetti, que se le ocurrió a un inteligente sinvergüenza, profesor de francés y periodista, llamado Benito Mussolini. Originalmente socialista, con la insatisfacción de las aspiraciones políticas y territoriales italianas al final de la Gran Guerra Mussolini acabó pasándose a un ultranacionalismo exaltado, que presentó tanto como una superación de las viejas ideas liberales como del capitalismo salvaje y el colectivismo bolchevique. Lo paradójico es que este fulano (inicialmente socialista, repito), mosqueado como tantos por la crisis de la postguerra, las huelgas, las ocupaciones de tierras y fábricas y la creciente fuerza de los partidos comunistas europeos, acabó poniéndose de parte de los industriales y propietarios, con un apoyo cada vez mayor de las clases altas y medias italianas. Reclutando en sus filas tanto a intelectuales con buena cabeza como a excombatientes descontentos, a verdadera gentuza criminal y a animales de bellota (cada cual se encargaba de aspectos diferentes del negocio), Mussolini convirtió sus squadre d’azione, o sea, sus grupos de choque paramilitares especializados en palizas y aceite de ricino, en brazo armado de la patronal y el Gobierno para reventar huelgas y actividades izquierdistas (les recomiendo, si no la vieron, la estupenda serie de televisión M dedicada al personaje). Eso le dio una enorme popularidad, reforzada por una personalidad histriónica y mitinera que (luego lo negaron todos, claro) arrebataba a la peña. Las señoras se morían por sus pedazos y él, en todos los sentidos, disfrutaba del carisma. Su idea de un estado fuerte, totalitario, que acabara con las luchas sociales y dirigiese el país con mano firme, triunfó hasta el punto de que en la convulsa Europa de entreguerras, sometida a tensiones de todo tipo, empezó a ser imitada por muchos, aunque el propio Mussolini insistía en que el fascismo italiano no es un producto de exportación. Pero lo cierto es que el invento se exportó de maravilla (Guardia de Hierro en Rumanía, Falange en España, nacionalsocialismo en Alemania y movimientos similares en Bélgica, Noruega, Croacia e Inglaterra). El caso es que hacia 1922 en Italia estaba madura la cosa, y Mussolini y sus camisas negras (las adoptaron como uniforme de combate en memoria de las camisas rojas de Garibaldi) decidieron pasar de la presión callejera a la toma del poder. Apoyado por el papa Pío XI, que estaba mosqueadísimo con la amenaza comunista, el jefe del Partido Nacional Fascista y sus alegres muchachos dieron un espectacular golpe de Estado que disimularon con una concurrida caminata hacia Roma (vean la triste y cómica La marcha sobre Roma, con Ugo Tognazzi y Vittorio Gassman), tras la que el rey Umberto le entregó el gobierno. El resto fue fácil, primero con aparente respeto a la democracia y después con la demolición de cuantas estructuras democráticas quedaban en pie y la liquidación, incluso física, de toda la oposición que se le puso por delante; como en el célebre asesinato en 1924 del político Giacomo Matteoti (había denunciado la dictadura que venía de camino), que tuvo el efecto mágico de acojonar al Parlamento, bien sumiso ya durante lo poco que le quedó de existencia. Un año después, manteniendo en el trono al rey (un calzonazos como para darle de hostias), Mussolini estableció sin disimulo una dictadura, encuadrando a imitación de la Unión Soviética a la juventud, el ejército, la cultura, la vida social, todo lo imaginable, en un Estado dirigido por él, denominado Duce (jefe, conductor, de ahí vino la idea para lo del Führer en Alemania, y para lo de Caudillo en España). En su proyecto de convertir a Italia en una potencia moderna y respetada en el mundo, recurriendo a los antiguos símbolos del Imperio Romano, el Duce abordó una intensa actividad con dos objetivos: en lo exterior, convertir a Italia en dueña política y militar del Mediterráneo; en lo interno, ejecutar una sólida construcción nacional con impresionantes obras públicas (que se conservan espléndidas, y en ellas pone Año tal del Fascio sin ningún complejo) y una potente acción social que afianzara la adhesión popular mediante la propaganda, radio, prensa y cine, grandes desfiles militares y ardientes discursos alentando el entusiasmo de las masas. Y mientras, por debajo de todo eso, la OVRA, su siniestra policía secreta, hacía el trabajo sucio deteniendo a opositores, liquidándolos o deportándolos a islas desiertas y campos de trabajo.

[Continuará].

____________

Publicado el 12 de septiembre de 2025 en XL Semanal.

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2 meses hace

Un jueves más en Zenda. Ciento catorce jueves de historia europea, de nuestra historia. No es baladí el tema. Aunque estos artículos de don Arturo nos sirvan de entretenimiento, vienen muy bien para recordar lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Parece un contrasentido pero, efectivamente la historia es recordar lo que seremos. Porque, recordar, sin tapujos ni tergiversaciones, es poder evitar lo que no debemos ser, poder evitar la repetición de los errores.

En el tema de hoy es bueno recordar cómo y dónde nació el fascismo. Y que, como una gran mancha de aceite, se propagó como un virus por la desesperación que provocó en las gentes las crisis económicas posteriores a la IGM. Las guerras jamás son buenas para nada. Y, de cara a nosotros, para todos los analfabestias, decir que el fascismo no lo inventó El Cid, ni don Pelayo, ni los Reyes Católicos y que no se puede llamar “fascista” a todo lo que se mueve.

Mussolini. ¡Vaya ejemplar! Su trayectoria es una búsqueda del poder a toda costa. No importa la ideología. La ideología es sólo un medio. La ideología la va improvisando a medida que progresa en su camino. Es lo que hacen los arribistas. Don Arturo lo ha calificado muy bien de sinvergüenza. Es uno de tantos ejemplos de cómo un sinvergüenza puede llegar al poder y… mantenerlo.

Es un ejemplo de cómo la agitación política, hacerse con las calles (¿les recuerda esto algo?), sirve para alcanzar el poder o mantenerlo. Son reflexiones de cómo el personal se deja llevar por el grito, la pancarta, el relato, la agitación. Entonces y hoy.

Pero todo, todo, tiene su fin, todo. En las décadas de los 20 y los 30, en Italia todo el mundo era fascista. En 1944, absolutamente nadie era fascista en Italia. Todo tiene su fin.

Golpeado, vejado y colgado de una gasolinera junto con su amante (una de las muchas que tuvo este rijoso verraco). Amigo de Franco, si es que Franco tenía algún amigo, cosa que dudo, su muerte le tuvo que causar un fuerte impacto. Aunque las barbas, las de Franco, ya las había puesto a remojar desde 1942. Hay ciertos paralelismos: Franco destituyó al cuñadísimo en 1942, cuando empezó a ver peligrar el silloncete, y el Duce mandó fusilar a su yernísimo en 1944.

Don Arturo no se ha querido meter en las once varas de la camisa, quizás lo haga en un próximo artículo, con cómo se propagó a España esta ideología y que incidencia real tuvo en las gentes hasta que Franco la convirtió, de ser un partido político marginal durante la IIR, por obra y gracia de su gran dedo y de un entierro en el Escorial, en obligada ideología de todo el país.

Bueno, después de colgarle por los pies, Italia estaba totalmente destrozada por la guerra. Pero, cambiaron de bando a tiempo. Declararon la guerra a Alemania y se aprovecharon de la reconstrucción del plan Marshall. El fascismo quedó enterrado e Italia inició la senda del progreso económico.

Sin embargo, en España seguimos en el subdesarrollo (recuerden el invento de la autarquía, los gasógenos, el hambre, las enfermedades, la emigración masiva, etc.) hasta los años 60. ¡Demos gracias a los “aliados” por ello!

Saludos a todos.

David Sepúlveda Pérez
David Sepúlveda Pérez
2 meses hace
Responder a  ricarrob

“Don Arturo no se ha querido meter en las once varas de la camisa, quizás lo haga en un próximo artículo”… Creo que ya lo hizo en “Una Historia de España” ¿No?

ricarrob
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2 meses hace

Pues no lo recuerdo sr. Sepúlveda. Voy a ver si encuentro el libro y lo reviso. Curiosidad tengo.

Gracias y saludos.

Jose Maria
Jose Maria
1 mes hace
Responder a  ricarrob

“¡Vaya ejemplar! Su trayectoria es una búsqueda del poder a toda costa. No importa la ideología. La ideología es sólo un medio. La ideología la va improvisando a medida que progresa en su camino. Es lo que hacen los arribistas. Don Arturo lo ha calificado muy bien de sinvergüenza. Es uno de tantos ejemplos de cómo un sinvergüenza puede llegar al poder y… mantenerlo.”

Acaba usted de describir a don Pedro Sánchez Pérez- Castejón.

Basurillas
Basurillas
2 meses hace

“El resto fue fácil, primero con aparente respeto a la democracia y después con la demolición de cuantas estructuras democráticas quedaban en pie…”
¿De qué me suena esto, Señor, de qué me suena esto?

ricarrob
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2 meses hace
Responder a  Basurillas

Eso me pregunto yo, sr. B, estimado.
Un abrazo.

Aguijón
Aguijón
2 meses hace

Decálogo de la política

Política: Arte ramplón
Que se aprende mal y pronto
Y en la española nación
Es constante ocupación
De algún sabio y mucho tonto. Manuel del Palacio.

En vasco, gallego o catalán
El nacionalismo suena siempre igual.

Si sólo le importa su capital
Seguro que ése es liberal.

Todos los cambios producen terror,
Estás delante del conservador.

En cualquier país, en cualquier lugar,
El populismo se hará popular.

Vigila muy bien si te da la mano
A quién da la otra un democristiano.

Camuflan el rojo, y no se pierden,
Con cielos azules y prados VERDES.

Intentar ahora el comunismo
Únicamente lo explica el cinismo.

Es una pena y una gran desgracia
Ver naufragar la socialdemocracia.

Cruz gamada, fascio, yugo y las flechas…
Nace en la izquierda la extrema derecha.

Pero que siempre encabece tu lista:
¡NUNCA TE FIES DE UN SOCIALISTA!

Saludos patrios.

ricarrob
ricarrob
2 meses hace
Responder a  Aguijón

Sr. A., en España, por desgracia, nunca ha habido socialdemocracia. Hubo alguna intentona fracasada en la Transición, absorbida por el Psoe malamente. Este último, ni con el del gato blanquinegro, fue nunca socialdemócrata. Oscilaron siempre entre la izquierda más cutre y la izquierda menos cutre, pero cutre y dogmática al fin y al cabo.

Carecemos en este país de una socialdemocracia europeo-occidental tal cual la alemana o la sueca. Creo que la Rosa Díez y su triste y breve partido fueron un intento de socialdemocracia o de centro-izquierda. La aurora y el rosario fueron su fin. Fue una pena.

Saludos.

Aguijón
Aguijón
2 meses hace
Responder a  ricarrob

Seguro que recordará como hace relativamente pocos años un Pedro, un Pablo y un Albert se disputaban en un debate la representación de la socialdemocracia. Un Mariano, mientras tanto, hacía lo que mejor se le da hacer, contemplar la situación como don Tancredo.
Los tres eran falsarios en el propósito, uno lo padecemos hoy por desgracia y vemos que tiene de socialdemócrata lo que yo de cura, aún así reclamaba para él, por derecho histórico, la denominación.
Otro, intentó, sin éxito, encabezar la derecha española postmarianinista, después de que otro Pablo se perdiera yendo a Damasco. Y del tercero, todo el mundo sabíamos que era otra cosa.
Lo más triste del caso es que la política socialdemócrata que usted niega para España es la que estaba tramando el “sorayeo” con Montoro, qué personaje, a la cabeza.
Después cambiamos por Montero y seguimos en las mismas, aquí lo único que se hace es política socialdemócrata, pero fracasa irremediablemente como en todos los sitios.
Un saludo.

ricarrob
ricarrob
2 meses hace
Responder a  Aguijón

Impecable su descripción. Muy gráfica.

Yo creo que realmente ninguno sabe que política hace ni les importa, van a salto de mata. Lo importante es permanecer el mayor tiempo posible en el silloncete, llenando el bolsón (no me refiero al Señor de los Anillos) y colocando a los amiguetes, familiares, vecinos y mindungas.

Por cierto, nuevo don Tancredo está sentado esperando eternamente que pase alguien. Al final, el cadaver es el del asiento.

Saludos.

Aguijón
Aguijón
2 meses hace
Responder a  ricarrob

Tiene razón, después de oír a Bolaños decir lo de “socialdemocracia o barbarie” yo también he reflexionado…

FELONIDAS FELÓN y su “falange”

Felizmente todo, en esta vida,
Es siempre efímero y perecedero…
Lejos del inmortal sueño postrero
Omnipresente sólo en la partida.
Nunca podemos darla por perdida,
Incide el displicente mamporrero
Debido a su tenaz vicio rastrero
Atrincherado siempre en esa herida.
Solemnes papanatas impostados,
Fervientes mercachifles tuercebotas,
Escorias de putón desorejado,
Lamelicornios, memos y pelotas…
Ocupan los trescientos enchufados,
Negándose a admitir ya su derrota.

Fitxatxe
Fitxatxe
2 meses hace

El nazismo es una forma de entender la vida más propia de idealistas que de mentes racionales; los idealistas alemanes, como Nietzsche y compañía, no entienden la vida de otra manera que no sea aspirar a convertirse en lo que aparece en sus sueños húmedos. Nietzsche mató a Dios, de quien estaba harto, para volver a crear otro Dios: el súperhombre: el ideal de hombre llevado al extremo. Más tarde, los nazis se apropiaron de esa idea para adaptarla a su propio ideal: la pureza de una raza que se inventaron. En fin. El nazismo es una forma errónea de entender la realidad, o mejor dicho, de no entenderla. Como dice un conocido catedrático, “si los alemanes hubiesen leído el Quijote, nos hubiésemos ahorrado un segunda guerra mundial”.

Toguezal
Toguezal
2 meses hace

La ‘marcia su Roma’ y lo que eso significaba de ‘desorden’ y pretensiones de un fuerte poder laico cuando no anti religioso no fue apoyada por Pío XI. Seguramente las palabras que dirige el papa a Agostino Gemelli aconsejándole qué actitud tomar, resuman bien el complejo equilibrio de esa época:”Lodare no. Fare l’opposizione aperta non conviene, essendo molti gli interessi delle due parti. Ma occhi aperti.”

Juan A.
Juan A.
2 meses hace

Resulta obvio, pero si se hizo lo que se hizo, fue porque se quiso y se pudo hacer: apareció la conciencia del otro (nacionalismos desde el XIX) y estaban los medios (nuevas tecnologías alimentadas por nuevas energías).
Venció la apología de lo nuevo, lo joven y potente, lo urbano, frente a (incluso contra) lo antiguo, clásico y rural.
Los estados eran esos sujetos de convergencia popular, desbocados en su marcha adelante, apresurada, dando rienda suelta a sus ambiciones frente al vecinos.
Miremos ahora al presente, cómo esos estados malcriados en la abundancia se imponen sin descaro para acaparar las migajas del descenso a costa de vender humanidad (al fin y al cabo esta no cotiza en bolsa).

Lo dejo aquí. La pausa de la vida activa no da para mucho más esta semana.

Un saludo y gracias de nuevo, A. P.-R.

Frank
Frank
2 meses hace

Como siempre, lo que vale no se desperdicia y la peste el último, hoy día y antes tenemos Duces por cantidades industriales a ver quién se lleva el pollo, gracias Maestro, bendiciones

José Prats Sariol
José Prats Sariol
2 meses hace

Duce (jefe, conductor, de ahí vino la idea para lo del Führer en Alemania, y para lo de Caudillo en España). En Cuba para Comandante en Jefe, pero la misma inspiración en el italiano HP.

ricarrob
ricarrob
2 meses hace
Responder a  José Prats Sariol

Curiosamente a Stalin lo llamaban el “padrecito”.

Óscar
Óscar
2 meses hace
Responder a  José Prats Sariol

Y “conducător” a Ceaușescu.
A Maduro podrían llamarlo “conductor”, pues al fin y al cabo, lo era, pero de autobuses….

SABRINA ANALIA CABRERA
SABRINA ANALIA CABRERA
2 meses hace

“Reclutando en sus filas a intelectuales con buena cabeza”
Reverte
Calificar de FASCISTA a alguien es mucho más perverso. Es decirle “DALE VOS PODÉS LAVAR CEREBROS”.
Por otro lado: ¿BUENA CABEZA?

Javier
Javier
2 meses hace

Se ha hablado y escrito mucho sobre lo que fue o no fue el fascismo.
Hubo movimientos similares en toda Europa, incluidas Gran Bretaña y Francia., aunque sólo florecieron en Italia, Alemania, y España por razones diferentes en cada caso.
Recomiendo ver la gran película de Bernardo Bertollucci, “Novecento”, basada en la novela de Alessandro Baricco, la cual, también recomiendo.
Saludos.

Deithí
Deithí
2 meses hace
Responder a  Javier

No florecieron sólo en Italia, Alemania y España. Con diferentes matices, Croacia, Hungría, Portugal o Rumanía también, por ejemplo

Ezequiel
Ezequiel
2 meses hace
Responder a  Javier

Fascismo: Corriente política basada en la anulación del prójimo por razones de religión, etnia, cultura,… que los más listos aprovecharon para lucrarse, objetivo final en realidad, y los más ignorantes creyeron y llevaron a cabo el trabajo sucio, la inmensa mayoría aborregada que le seguía. Saludos.

Liliana
Liliana
2 meses hace

y qué poco hemos aprendido como humanidad don Arturo!!!

Juan Manuel
Juan Manuel
2 meses hace

Mussolini terminó con la mafia. Con la democracia volvió.

Última edición 2 meses hace por Juan Manuel
Ezequiel
Ezequiel
2 meses hace
Responder a  Juan Manuel

Más bien diría que la acaparó. Saludos

Fernando
Fernando
2 meses hace

Únicamente añadir que Matteotti también fue socialista (y en su caso, de principio a fin). Creo que es importante evidenciar el contraste evolutivo de ambas figuras a partir de una misma ideología.

Última edición 2 meses hace por Fernando